Jurassic World: El reino caído

Jurassic World. El reino caído: Un dinosaurio viene a comernos

Cuando el volcán que conforma Isla Nublar entra en erupción, Claire (una de las personas clave en la reapertura de Jurassic Park) será enviada, junto a un grupo de científicos, a rescatar a los dinosaurios que allí viven en libertad y salvarlos así de la extinción definitiva. Este es el punto de partida del que parten Colin Trevorrow (director de la anterior entrega) y Derek Connolly para escribir un guión delirante, un texto dividido en tres actos repletos de acontecimientos y giros imposibles; pero hay algo en Jurassic World: El reino caído que permite olvidarse de todas esas licencias y ese algo, más bien alguien, es Juan Antonio Bayona.

 

Jurassic World: El reino caído

 

Si que es cierto que el primer acto es bastante impersonal y la introducción es bastante torpe, el como se juntan los personajes de la anterior película es excesivamente forzado, pero en cuanto llegan a la isla, aparecen dinosaurios y (con ello) llega el caos, uno se olvida de todo eso y entra en el juego. Toda la parte de película que se ambienta en la isla es, sencillamente impresionante y Bayona tiene la concepción del espacio de la que carecen la mayor parte de los directores a los que hoy encargan blockbusters, esto significa que pese a las idas y venidas de personajes, las explosiones y otros efectos de sonido y en lugares el agua, en la selva o entre lava, nunca desorienta al espectador ni le aturde y es muy claro con cada plano que monta de forma limpia y nunca abrupta. Este primer acto, que podía pertenecer a cualquier película de la saga, salvo la entrega perpetrada por Trevorrow, se resuelve con ritmo y eficacia, pero la auténtica obra de director llega en el segundo acto, cuando Bayona convierte la cinta en una peculiar «survival movie».

 

Sin desvelar detalles del argumento, sólo se puede decir que esta segunda parte es un brillante ejercicio de dirección y que, una vez más, Bayona demuestra su habilidad para moverse en espacios limitados (al igual que en El orfanato, película con la que este segundo acto tiene bastantes similitudes) y, pese a que este acto es totalmente inverosímil y puede parecer el peor de los chistes, lo salva gracias a su habilidad con la cámara y cuando uno piensa que no se le puede sorprender más, él lo hace porque siempre tiene un nuevo recurso y convierte escenas que podrían haber sido bochornosas en manos de otro director, en algo único e inolvidable. El sumum de todo esto es un giro de cámara que realiza en una ventana donde demuestra el gran cineasta que es.

 

Chris Pratt

 

Se nota su mano también en la dirección de actores que, mientras en la otra película, hacían (hablando mal y pronto) lo que les daba la gana y la pobre Bryce Dallas Howard más perdida que su padre en el set de Solo. Una historia de Star Wars; además de quitarle los tacones, ha construido un personaje bastante interesante, profundizando en sus ambiciones y tratando de explicar porque ella estaba en ese proyecto. Chris Pratt hace muy bien de si mismo, pero es alguien como Vin Diesel, a quien no podemos odiar, es maravilloso ver como Bayona se lleva a Hollywood a Geraldine Chaplin y se agradece el personaje de James Cromwell, otro de esos inolvidables secundarios.

 

En definitiva, Jurassic World: el reino caído es una muestra más del repetitivo rumbo que está tomando el blockbuster contemporáneo, un rumbo marcado por unos guiones cada vez más mediocres e inverosímiles. Guiones que en manos de ciertos autores como Bayona saldrán adelante, pero que, de otra forma, desembocarán en el suicidio cultural.

Acerca de Alex Manzano

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Cine, arte y tebeos. Amarás el musical sobre todas las cosas. John Cameron Mitchel es mi dios. Si quieres encontrarme, busca en mi habitación. Si no, en cualquier rincón de Madrid.

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