Medusa Cómics tiene un catálogo muy interesante interesante más allá de la amplia oferta de los personajes del universo Valiant. El hombre vacío del guionista Cullen Bunn es un buen ejemplo de ello. Aquí el autor de series como Patrulla-X Azul o Magneto se mete en los tenebrosos oscuros del terror con una obra por cuya estructura bien podría haber sido concebida para el medio audiovisual (de hecho 20ty Century Fox tiene previsto distribuir una adaptación cinematográfica escrita y dirigida por el debutante David Prior, con James Badge Dale [Iron Man 3] como principal protagonista).
Una enfermedad de origen desconocido, la enfermendad del Hombre Vacío, lleva a sus víctimas a sufrir severas alucinaciones y ataques de ira que suelen acabar en la consumación de terribles crímenes o el suicidio. Un mal que está provocando la paranoia entre la población, auspiciando el surgimiento de sectas por todos los EEUU, embelesadas por el que dicen podría ser el fin de la misma humanidad. Al borde de este abismo el FBI y el CDC llevan a cabo una investigación para detener a las sectas y hallar una cura al temible mal.
Cullen Bunn establece una narración en dos frentes. Por un lado seguimos a los agentes responsabes de la investigación policial, mientras que por otro vemos el surgimiento de un movimiento religioso movido por un hombre de fe. Dos tramas en apariencia inconexas que verán cruzados sus rumbos en un momento dado. Si una primera lectura sirve para descubrir la sorpresa, una segunda nos permite disfrutar del recorrido y atisbar las dobles intenciones de Bunn, que en no pocos momentos juega al despiste con el lector.
El hombre de vació guarda semejanzas con otra obra que comentamos no hace mucho, The Beauty, en la que los protagonistas también procedían según una investigación policial para detener una enfermedad que escondía más peligros de los que aparentaba en un primer momento. Un thriller sobrenatural con tintes de terror que evoca también a films como Fallen, título de 1998 en el que Denzel Washington seguía a un asesino en serie con unas inusitadas capacidades extrasensoriales. E incluso, porque los monstruos son una tentación difícilmente eludible en el género, a Mimic, la que fuera primera película hollywoodiense de Guillermo del Toro.
Quizás el final se queda sin rematar, Cullen Bunn deja la aventura muy en el aire, lo que puede defraudar a más de uno que esperaba una solución definitiva al conflicto. Pero las decisiones de Bunn dan dos posibles caminos: o que el lector imagine el posible desenlace o que el guionista escriba una nueva historia a partir del punto en el que lo ha dejado.
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