Tras años (se dice pronto) en el armario de los proyectos malditos, y cuando parecía que 2020 no podía sorprendernos más, Disney decide estrenar en cines Los Nuevos Mutantes, epílogo del irregular universo mutante creado por Fox en el cada vez más lejano año 2000. Dos décadas de la Patrulla-X en el cine que sirvieron para sentar las bases del cine de superhéroes actual; inmortalizar a actores como Hugh Jackman o Patrick Stewart como las encarnaciones fílmicas definitivas de sus personajes (Lobezno y Profesor X), de la misma forma que Christopher Reeves siempre será Superman y Roger Moore será James Bond; o crear un legado (X-Men 2, X-Men: Primera Generación) y dilapidarlo sin esfuerzo (X-Men 3, X-Men: Apocalipsis). De lo que ahora presume Warner/DC (hacer películas independientes, con su tono diferenciado y dando voz a sus autores) ya lo intentaron los mutantes, ya tarde, en sus últimos años. Ahí están Logan, Deadpool o Los Nuevos Mutantes, que han llegado cuando la fiesta ya ha terminado.

La poca fe que tuvo Fox en Josh Boone y su proyecto (a pesar de comprarle casi con los ojos cerrados su idea para toda una trilogía de los bebés-X) ha convertido a este en una suerte de título fuera de tiempo ahora que Disney es quien ostenta el poder de decidir el futuro de la franquicia mutante y que no hay visos de que vaya a pasar de un último coqueteo con el pasado reciente de la franquicia. Ahí están las referencias a Logan y a la escena postcréditos de X-Men: Apocalipsis. Al igual que Magik, el tiempo que Los Nuevos Mutantes ha pasado en el limbo le ha pasado factura, la ha cambiado a nuestros ojos; se ha convertido en una película apócrifa que, contra todo pronóstico, le favorece sobremanera.

Sin la mirada prejuiciosa de quien va esperando un nuevo capítulo de su saga favorita, el título de Josh Boone puede respirar y mostrarse tal y como es. En este sentido, a pesar de cómo se intentó vender en un primer momento, Los Nuevos Mutantes tiene más de drama juvenil que de filme de terror. Bien es sabida la admiración del director a John Hughes y ese espíritu se transmite a la atmósfera de la película, que vendría a ser una suerte de El club de los cinco con superpoderes. El director conoce muy bien a sus personajes, les muestra mucho respeto y disfruta principalmente de las protagonistas femeninas, mucho mejor retratadas que sus compañeros masculinos. El primer amor, la inocencia perdida, el despertar «sexual» (o de los poderes), el vértigo que produce la llegada de la madurez… Los temas afines al género teen están muy presentes en la película. Y ahí Magik (Anya Taylor-Joy) por un lado, y Rahne (Maisie Williams) y Moonstar (Blu Hunt) saben sacarle todo el jugo a una propuesta que -por si alguien tenía dudas al respecto- retuerce, sintetiza y modifica tanto el cómic (en forma, que no en fondo), que hará gruñir al fan más purista.

Lástima, como decía, que la película no funcione tan bien como obra de terror. Hay elementos y un intento de construir el tono adecuado, pero la oscuridad viene más por la falta de luz que por el ambiente opresivo. En este sentido a Los Nuevos Mutantes le sucede le sucede algo similar a dos de las últimas adaptaciones al cine de Stephen King: It: Capítulo 2 y Doctor Sueño, en las que la aventura dejaba el terror en un segundo plano, más como elemento estético que como pieza fundamental de la obra. Con todo, Los Nuevos Mutantes es un dignísimo cierre a la aventura de 20th Century Fox con la Patrulla-X. Los bebés-X quizás llegaron en el momento más inoportuno, pero han hecho todo lo posible por hacerse un hueco en nuestro imaginario. Queda por ver si Disney decide rescatar algo de todo esto o decide empezar de cero.