Si en algo innovó Disney a la hora de hacer animación, más allá del propio concepto y técnicas de realización, fue en la capacidad de darle a sus propias obras un género propio, así explora drama (Pinocho, Bambi), comedia (Los Aristogatos) incluso ha tocado palos que parecían intocables como el cine negro en Zootrópolis o algo cercano a la experimentación con obras como Fantasía y Dinosaurio; pero por encima de todo, el género estrella de la factoría ha sido siempre el musical (La Bella Durmiente, La Bella y la Bestia, Mary Poppins, La Sirenita, Hércules, El jorobado de Notre Dame… ) del que poseen una interminable lista de obras que han llegado a terminar en los escenarios de Broadway. La lista se ampliaba en 2013 con Frozen, un fenómeno en todos los aspectos que cambiaría la percepción del Disney contemporáneo ya que, a su manera, conseguía volver a los orígenes de la factoría contando una historia muy simple cuya magia reside en sus inolvidables personajes y sus pegadizas canciones.
Vaiana es la última propuesta de la casa de Mickey Mouse y se centra en una princesa polinesa que debe ir a encontrar cierto objeto que evitará el fin de su civilización. La combinación de música a todo volumen y escenas de ritmo frenético abren la película de manera esperanzadora, todo es agradable y engancha, sus personajes rebosan carisma y la historia interesa; el comienzo del viaje de la princesa es lo que provoca el hundimiento de la película, poco a poco los guionistas se olvidan de la presencia de adultos en la sala y aquello acaba convirtiéndose en una historia de aventuras que no interesan, aburren y rompen con toda la magia que encontrábamos en su primer acto.
Cuando parece que esto es insalvable y que la película se ha ido a pique, una pieza de la banda sonora salva lo que ya parecía una catástrofe y se abre un tramo final potente donde Disney pone sobre la mesa toda su capacidad para hacer animación espectacular e intensa sin perder el poder narrativo con malabarismos y trucos visuales.
No todo tiene que ser malo, de hecho el estudio demuestra aquí su inteligencia a la hora de realizar nuevos fichajes y la estrella aquí es Lin Manuel Miranda (ganador de varios Premios Tony por su musical rap-hip hop ‘Hamilton’) quien compone las canciones originales de la película con un talento irreprochable, Miranda entiende la construcción de un musical y el uso que hace Disney del género, así escribe una decena de números musicales con una acertada continuidad y conexión, su incursión en la película es muy espontánea y no chirría que de pronto los personajes se pongan a cantar, de alguna manera todo fluye.
Pese a la irregularidad de su guión, con esa parte central que atasca la película, Vaiana es un producto inocente y agradable, será un regalo para la vista (en ciertos momentos) pero siempre para los oídos puesto que la música de Lin Manuel Miranda debería ser el motivo que nos lleve a las salas y, sin ser pretencioso, me atrevo a decir que Disney acaba de fichar a uno de los más trascendentes músicos del presente siglo y espero con ansia escuchar lo que ha compuesto para la secuela de Mary Poppins.
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