«El 18 de diciembre de 1987 la compañía japonesa Square…«
Para muchas personas hoy en día Square es más bien SuareEnix y, si conocen el sello, lo asocian a juegos como los de la saga Tomb Raider (la nueva), Life is Strange y, sí, también Final Fantasy. Para mí Squaresoft comenzó a sonar fuerte una tarde que me acerqué, a mis trece años, a casa de un amigo de natación. Allí me puso a los mandos de su flamante Play Station (sin número) para que probara el séptimo juego de una saga que no conocía de nada un total desconocedor de los juegos (por aquel entonces) como yo. Lo recuerdo como si fuera ayer: el tío me soltó en mitad de una zona pantanosa en la que a los pocos pasos me sorprendió una gigantesca serpiente (que más tarde conocería como el Midgar Zolom). Mi amigo me dijo que probara a invocar algo para enfrentarme a ella (sus personajes estaban a bastante buen nivel) y yo tiré de la única invocación que me sonaba a algo que no fueran dioses de los panteones orientales: los Caballeros de la Mesa Redonda.
Fue amor a primera vista. Para un chaval que no había jugando nada más que al Arkanoid en su PC sin Windows (un 386 chavales, muchos ni sabréis qué rayos es eso) eso era magia. Y además descubría de golpe y porrazo de RPG, un tipo de juegos en los que mi falta de reflejos y mi ausencia de habilidades motoras quedaban compensadas por el concepto de ‘combate por turnos’. Así, cuando al fin conseguí renovar el ordenador de mi casa, una copia para PC del juego de Cloud, Tifa y los demás fue una de las primeras cosas que entraron en el lector de CDs de mi flamante Pentium II. Y desde ahí, a través de emuladores, préstamos de consolas y otras mil triquiñuelas, fueron cayendo los seis juegos anteriores. Y desde entonces hasta ahora, que me acabo de pasar el formidable (no me cansaré de aplaudirlo) Final Fantasy XV y le estoy dando una segunda oportunidad al mejorable Final Fantasy XII.
Por el camino quedan dos películas principales y varias asociadas, series, dibujos, la MARAVILLOSA música de Nobuo Uematsu… El universo de Final Fantasy es un pequeño jardín al que me gusta retirarme de vez en cuando para escapar de la vida real y sus preocupaciones. Un mundo de fantasía repleto de héroes y villanos en el que puedo salvar el mundo una y otra vez mientras disfruto de grandes historias y personajes inolvidables. ¿Necesitaba este universo un libro? La pregunta correcta es: ¿sólo uno? Diábolo coloca ahora en nuestras estanterías un ensayo completísimo acerca de todos los juegos de la saga y los asociados, así como de un extenso análisis de todo lo que va asociado a estos títulos, como su apartado artístico, la inspiración que hay detrás del diseño de sus ciudades y pueblos, la mitología de sus nombres repetidos de juego en juego y mucho, mucho más.
Carlota Fernández García, Marta García Villar y Miguel Martínez firman un repaso exhaustivo a todo lo que rodea a algo que hace ya mucho que superó con creces el concepto de saga de videojuegos (baste con ver el lleno absoluto en el Palacio de Vistalegre cuando se pasó por Madrid la gira Distant Worlds). Como tirón de orejas, a la editorial que no a los autores, a la edición final del libro le falta una última revisión que corrija pequeños defectos en la redacción típicos de los trabajos largos a los que los autores vuelven en repetidas ocasiones para aumentar y perfilar informaciones y algún que otro detalle de maquetación que se podría haber evitado con facilidad. Por lo demás, estamos frente a un interesante compendio de la saga que salvó a una compañía de la bancarrota… y la catapultó a las estrellas.
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