«Se degolló a sí misma con una navaja de mango perlado«
Fue hace 25 años. El mundo contemplaba boquiabierto como dos gigantes de la talla de Frank Miller y Alan Moore habían derribado los cimientos sobre los que se había asentado la industria del cómic de las últimas décadas con la publicación de dos obras maestras que cambiarían para siempre la forma de enfocar los tebeos en general y el género superheroico en particular: El Regreso del Caballero Oscuro y Watchmen. En medio de esta atmósfera y con los noventa a punto de llegar para cerrar el convulso siglo XX DC se propuso potenciar los talentos emergentes del mercado británico. De este proyecto salieron cosas como la propuesta de Orquídea Negra de Neil Gaiman (que también hablaría de recuperar a un tal Sandman) y Dave McKean, las primeras colaboraciones del gran Alan Grant para DC o dos propuestas de un tipo hasta aquel entonces sólo conocido en 2000AD y que contestaba al nombre de Grant Morrison.
Este escocés se presentó en DC con dos ideas: Una de ellas significó el renacimiento Animal Man, un personaje hasta aquel entonces secundario en el universo DC. La otra consistía en un thriller psicológico que partiría de la premisa de un Batman obligado a pasar una noche encerrado entre los muros del psiquiátrico más famoso de la historia del cómic: El Asilo Arkham. A los editores les impresionó la idea y le propusieron alargar su boceto original más allá de la cincuentena de páginas que estaban planeadas con ayuda de otra de las jóvenes promesas de la isla, que no era otro que Dave McKean. De la colaboración de estos dos genios salió el cómic que disfrutamos hoy, en su vigésimo quinto aniversario, con la misma fuerza y frescura con que golpeó al mercado en el 89.
«Y la casa de muñecas mira hacia mí«
Arkham Asylum tiene algo hipnótico que te atrapa desde la primera página. El estilo que le imprimieron a la obra Morrison y McKean raya lo onírico y lo psicodélico, pero por las venas de esta maravillosa novela gráfica corre un guión sólido y sin fisuras que cuenta una fábula aterradora sobre el Cruzado de Gotham y en la que no son tan importantes los villanos a los que se enfrenta el justiciero como los pequeños fragmentos de él mismo que afloran a la superficie con cada encontronazo y cada gota de sangre derramada.
Morrison confesaría más tarde que, en sustitución de las drogas que usaban otros creativos para inspirarse, McKean y él se sometieron a largos períodos de privación de sueño seguidos de jornadas de intenso trabajo, escritura automática y tormenta de ideas para dotar al cómic del estilo que finalmente vemos en sus páginas. Éste nos propone una entrada complicada al tebeo, con un uso libre de la disposición de las páginas y una utilización muy libre de los bocadillos para los diálogos, pero la historia rápidamente hace que entremos en el juego de la pareja y al final es precisamente este estilo único el que termina de dar la última puntada al traje de horror y heroísmo del que se viste el relato. Por otro lado, el aroma que desprende el cómic a guión cinematográfico ha inspirado a toda una legión de artista e ilustradores posteriores.
«¿Te has mirado en el espejo últimamente?«
Asilo Arkham marcó un antes y un después en la historia del cómic al saber utilizar la profundidad psicológica del Batman que explotó la publicación del Regreso del Caballero Oscuro y llevarla hacia un plano más íntimo del personaje. La obra se convierte en un profundo estudio de la mente del hombre murciélago y del mito que envuelve a este siniestro héroe. Se trata, además de una sentida defensa de la naturaleza primigenia de los personajes que rodean al enmascarado, de quienes califica la locura como una de las más poderosas señas de identidad. En el mismo año en que Jack Nicholson encarnaba al Joker más cercano al ámbito de lo mafioso/payasil, Morrison y McKean nos propusieron una imagen más cercana al diablo caótico que interpretó Heath Ledger en el film de Christopher Nolan. De igual modo, los efectos de la terapia en Dos Caras son toda una declaración de principios por parte de la dupla.
Por otra parte, la historia paralela sobre la tragedia que rodeó al fundador de la institución que da nombre al cómic nos muestra otra faceta más de puro terror que emana del trabajo del dúo creativo. Lo curioso es que fue a partir de una breve reseña de Len Wein acerca del pasado de Amadeus Arkham y de como acabó siendo paciente de su propio hospital desde donde partió Grant Morrison para escribir esta historia de una manera mucho más profunda y perturbadora. El impacto del relato fue tal que a día de hoy se considera uno más de los dogmas que revolotean en torno al murciélago, repitiéndose casi palabra a palabra incluso en el jugo de 2008 que tomó el nombre de la obra.
«Por Jesucristo, acabo de matar a alguien«
ECC ha hecho un fantástico trabajo a la hora de reeditar esta novela gráfica dentro de la colección Grandes Autores de Batman. Al cómic lo acompaña una verdadera miríada de extras que van desde el guión original comentado por Grant Morrison hasta bocetos preliminares y algunos artículos indispensables para comprender la magnitud de una obra que a día de hoy sigue siendo una de las más vendidas de la historia.
Deja un comentario: