«Puede que fuera hayas sido el ‘Gran Tiburón Blanco’… ¡pero aquí dentro sólo eres el nuevo pececito!«
Tú imagínate. Haces mucha pasta a base de engañar, retorcer la ley y malversar cuanto cae en tus manos. Y un día te pillan. Y eliges hacerte pasar por loco para pasar una temporada en un sanatorio en lugar de en la cárcel. Sí, estarás recluido igual, pero la cosa no queda igual en los antecedentes y piensas que ahí estarás más seguro. Vale. Lo primero de todo que pienso cuando leo esto es: «No vives en España«. Aquí hay cárceles y hay ‘Cárceles ⋆⋆⋆⋆⋆’. A unas vas si has robado melones al vecino o si has destripado a su familia y a otras vas si puedes permitírtelo. Nadie se hace pasar por loco para esquivar la cárcel en España. Quizás porque los enfermos mentales viven peor que casi cualquier recluso de este país. Vaya usted a saber.
Vale, pues en España mejor no hacerse el loco. ¿Y fuera? Bueno, no sé cómo lo harán en otros países de Europa o América, pero está claro que en Gotham es en el último sitio donde yo me atrevería a alegar enajenación mental como defensa por los crímenes cometidos. Y por eso creo que Warren White no ha nacido en la ciudad gótica, porque cualquier gothamita de pro evitará siempre estar a menos de quinientos metros de donde uno pueda ver casi a la vez al Joker, Enigma, Mr. Frío o cualquiera de los perturbados que pueblan las historias del Caballero Oscuro. Porque puede que no te pase nada (al principio), pero uno nunca querría ni tan siquiera que cualquiera de estos villanos pudiera llegar a recordar su cara. Por puro instinto de supervivencia.
«A veces, cuando rompes algo, lo vuelves mejor«
Warren White, que nos es presentado en este cómic por Dan Slott como un fiera en los negocios, sin ninguna clase de escrúpulos y que no duda en mentir y tergiversar los hechos para asegurarse lo que él concibe como una suerte de vacaciones a costa del contribuyente, cae en el pozo de desesperación que es el psiquiátrico más famoso del mundo del cómic. Y claro, lo que comienza siendo una cura de humildad para el magnate poco a poco va virando hasta convertirse en una larguísima sesión de tortura que acaba minando su juicio hasta que, cuando la muerte comienza a llamar a su puerta, pierde completamente la cabeza y se convierte en uno más de los reclusos que conviven en el sanatorio. Uno que eligió estar ahí por voluntad propia, recordemos, pero que no tardó en descubrir lo terrible de su error.
Slott construye un relato divertido de leer y que, además, resulta inquietante cuando uno piensa en todo lo que puede llegar a ocurrir en un centro de estas características. Además, el hecho de sacar a los pesos pesados del primer plano y centrarse en otros presos y otros héroes (aunque no lleven capa) hace que la trama sea más fresca y que no caiga en la tentación de regresar sobre argumentos ya manidos como puedan ser el eterno enfrentamiento entre Batman y el Joker, Harley Quinn, Hiedra… (personajes que no es que no salgan, pero cuyo papel es puramente anecdótico), al tiempo que sirve para enriquecer aún más el universo del Caballero Oscuro. Por último, ECC remata la edición con una galería de extras estupenda que profundiza en los personajes principales de esta historia y nos muestra el progreso en torno a su diseño.
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