«Me limitaré a celebrar la boda secreta de mi padre a mi manera«
Cuando este artículo vea la luz muchos de vosotros ya sabréis si la boda de Batman y Catwoman fue un éxito o si, dentro de la tendencia actual a la cobardía de las editoriales norteamericanas, nos quedamos compuestos y sin novios. A un servidor, personalmente, le está costando horrores esquivar los spoilers y las noticias al respecto, máxime cuando, antes de recibir en la redacción los ejemplares del último trimestre, corrí a la tienda a por una copia de la genial edición de la boda que ECC ha sacado en colaboración con Albert Monteys (¡ojalá más iniciativas así!) y me he resistido a leerla para no adelantar acontecimientos. Peor aún. Ayer recibíamos los cómics de los que hablaremos en los próximos meses y había de obligarme a mí mismo a no abrir la grapa de Batman hasta no haber pasado previamente por el especial que nos ocupa hoy y en el que ECC aglutina cinco historias en torno a algunos de los invitados (y otros claramente no invitados) a la celebración y el convite.
Así pues, mi nivel de exigencia para con este volumen se ha visto incrementado artificialmente por mis ansias por devorarlo y pasar a la historia que llevo meses esperando. El razonamiento es básico: Muy buena tiene que ser la trama para que merezca la pena la espera (esto, sin duda, también se aplica al evento principal). Y lo cierto es que las aventuras que salen de la cabeza de Tim Seeley en este volumen (y que dibuja un buen puñado de artistas) me han gustado. Son el sota, caballo y rey de este tipo de preludios (breves aventuras y batallas contra enemigos clásicos antes, durante y después de la despedida de solteros de ambos prometidos), pero aprovecha bien la oportunidad para ver el enlace desde fuera y para ahondar en las vidas y los sentimientos de amigos y enemigos de la Bat-familia. Falla, sin embargo, a la hora de sacar a la palestra a secundarios de la gata y se centra exclusivamente en el ámbito del murciélago. esto tiene algo de sentido teniendo en cuenta la falta de personajes de renombre alrededor de Selina Kyle, pero no habría costado demasiado encontrar alguna trama más cercana a este personaje, que cada vez da más la impresión de ir a convertirse en una tirita en una de las muchas heridas de Bruce Wayne en lugar de pasar a formar un tándem con el Caballero Oscuro.
«Me duele. Como el recuerdo de una vieja herida«
Salvado este necesario tirón de orejas, nos encontramos con cinco historias interesantes que nos ayudan a comprender cómo afrontan este evento distintos aliados y villanos del héroe una vez superada la sorpresa inicial por el mismo. Comenzamos con Damian Wayne, que sigue luchando contra su pasado y su destino en un cómic que trae de vuelta a Ra’s al Ghul. El último de los Robin es, quizás, el que más se acerca a Selina en este volumen con una historia en la que la verdadera lucha no está en los puños de sus contendientes, sino en la cabeza de un personaje al que siempre me ha costado tragar, pero del que reconozco que tiene un trasfondo de los mejores dentro de los personajes que rodean al héroe de Gotham. Le sigue a esta historia con el último representante de los sidekicks del justiciero otra con el que fuer el primero y original, que ahora vive una segunda vida lejos de Gotham (tanto en los cómics como en las pantallas gracias a Titanes). Nightwing se enfrenta a Silencio, un villano que exige su cuota de atención en los momentos previos a la boda mientras que su identidad, tantas veces reescrita para tratar de herir al que fuera su amigo, se ha ido diluyendo con el tiempo. Esta segunda aventura sirve, además, para acercar un poco las posturas entre Dick y Bruce, algo distantes desde que el pupilo decidió salir de la ciudad y volver a ejercer como Nightwing en Blüdhaven.
Continuamos para bingo con Batgirl, a quien le toca soportar a un Acertijo indignado ante su no invitación a la boda del año. El villano, que vive un momento dulce en la editorial (que no así en la pequeña o la gran pantalla), nos ofrece, sin embargo, una de las historias más prescindibles del tomo, centrada más en la satisfacción de su ego que en su propia visión sobre el enlace entre los personajes deceítas. Como cuarta historia tenemos el enfrentamiento entre Jason Todd y Anarquía, una pelea que, si bien tiene poco misterio en su planteamiento y resolución (y, de hecho, parte de algunas premisas que son puro ‘clickbait‘) nos deja con una interesante reflexión acerca de los puntos de unión que existen entre estos dos controvertidos personajes. Anarquía vendría a ser, a ojos de Seeley, un Capucha Roja que jamás tuvo la fuerza de voluntad como para convertirse en un verdadero motor de cambio. No ya para la sociedad, sino para sí mismo y para escapar de sus propios traumas y miedos.
Cerramos, cómo no, con el Joker. Harley Quinn es un mero atrezzo (¡y protagoniza la portada del tomo!) en un relato en el que el Príncipe Payaso del crimen exige, al igual que Edward Nigma, su lugar en el enlace. Esta historia, que funciona como prólogo lo que está por llegar en la cabecera principal, nos presenta a un Joker despechado que busca arruinar la felicidad del hombre al que jamás ha logrado tener. Siempre ha habido una relación de amor tóxico entre el Joker y Batman, pero mucho me temo que pocas veces habrá sido tan obvia como cuando el justiciero le ha dado las calabazas definitivas al perturbado por excelencia.
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