Batman #26

Batman #25-27: DC Cobarde

Batman #25

ATENCIÓN. ESTE ARTÍCULO CONTIENE SPOILERS. LÉELO BAJO TU PROPIA RESPONSABILIDAD

 

«Siempre pareció necesitar su desgracia«

 

Este artículo pretendía estar libre de spoilers. Pretendía tratar de una manera ambigua lo que trataban los tres cómics a los que hace referencia para poder profundizar en su significado. Pero lo cierto es que es imposible. Para hablar de lo profundo lo superficial tiene que quedar claro, cristalino. Y lo superficial es aquello que llevábamos meses presuponiendo: la boda de Batman y Catwoman se va a la mierda.

 

En esta época de internet y de la inmediatez, esconderse de una noticia así me ha sido completamente imposible. Aún huyendo de foros, redes sociales y publicaciones de sitios especializados, en alguna que otra editorial (no diré ahora el nombre) ya pude saborear la decepción de primera mano. En cualquier caso, y sabiendo que esto es como tratar de parar el mar con las manos, lo que me fastidia de todo este asunto (que ECC, todo sea dicho, ha llevado con absoluta elegancia y discreción) es la demostración, una vez más, de la enorme cobardía de las editoriales norteamericanas. Lo dije cuando a la gente de la Casa de las Ideas se le ocurrió la feliz idea de contraprogramar la boda de Batman y Catwoman con la de Kitty y Coloso, sólo para lanzarlos al abismo de la ruptura una vez más (y van…) y lo digo ahora: ¿qué problema hay con que los héroes traten de ser felices? En el fondo, lo que se lee, no ya entre líneas sino de forma repetida, en estos tres cómics es que Batman NECESITA la tragedia para poder existir. Que un Batman feliz es un Caballero Oscuro abocado al fracaso, que (al contrario que todo el resto de héroes de la editorial) Bruce Wayne necesita la desesperación y la angustia como combustible para su cruzada.

 

«Aquella noche él era un hombre distinto«

 

Y yo me pregunto: ¿Qué clase de mensaje mandamos a los lectores con esto? ¿Que el desamor existe? Eso, desgraciadamente, lo sabemos bien todos. No, lo que nos cuenta esta historia es que uno tiene que elegir siempre: ser feliz o hacer lo necesario. Las dos cosas nunca pueden ir juntas. Si quieres ser feliz tendrás que sacrificar los sueños y los deseos de todos cuantos te rodeen. Porque la felicidad propia te distrae de buscar la felicidad de los demás, o su protección, o su consuelo. Por eso los grandes héroes no pueden casarse (por eso y porque haciéndolo parecerían demasiado mayores a ojos de los lectores adolescentes) y los que ya están casados suelen mantener esa condición bien apartada de sus vidas superheroicas… o lo terminan pagando muy claro.

 

Batman #26

Batman #26

 

La gran excepción a esta tremenda patraña fue siempre la Primera Familia. Pero los Cuatro Fantásticos fueron borrados del mapa hace unos años y sólo en fechas muy recientes han logrado volver a las estanterías. En DC la diferencia la marca un Superman que vuelve a contar con Lois y con su hijo a su lado, pero se nos deja claro que este no es el Superman que todos conocemos, sino el que quedó tras la muerte del «auténtico» en las postrimerías del NuDC. Batman, Wonder Woman, Tony Stark, Capitán América… a los estadounidenses les da verdadero pavor casar a sus héroes, porque eso les hace crecer y porque eso les obliga a poner a los personajes en la corriente temporal (si tienen hijos no pueden ser eternamente bebés) y esto es harto complicado cuando hablamos de personajes con más de setenta años de solera. Pero la cosa es que siempre hay opciones, siempre hay fórmulas y al final, cuando uno ve que se vuelve a echar por tierra una de estas historias, no puede evitar pensar que se ha hecho por pura y llana cobardía.

 

«¡Necesito un rehén para que Batman no me de un puñetazo!«

 

Con todo, Tom King escribe muy buenos tres cómics en esta ocasión. El primero, centrado en el Joker y directamente vinculado con Batman: Preludio a la Boda, nos cuenta una historia en dos partes en la que el Príncipe Payaso se enfrenta con el Cruzado de la Capa, primero, y con su prometida después. De estos dos actos, sobre todo, me quedo con el segundo. La conversación entre Selina y el Joker, sus chanzas y, por encima de todo, las anécdotas y temas aparentemente intrascendentes que tratan humanizan como pocas veces se ha hecho a los principales villanos de la galería del Caballero Oscuro. Pese a lo tenso de la escena, resulta interesante leer una conversación sincera entre un villano y una ex-villana sobre las relaciones entre los diversos enemigos del Hombre Murciélago. La trama, sin embargo, termina con la primera paletada sobre la tumba de esta relación. Cuando el Joker le implora a su rival que no se case con Batman… para evitar su destrucción.

 

Batman #27

Batman #27

 

El segundo, del que ECC ha sacado una preciosa edición con sobrecubierta de Albert Monteys, es un cómic precioso en el que colabora (de manera indirecta, pues las ilustraciones ya existían) un puñado de los mejores artistas de la editorial y que desemboca en un final triste y del que poco más puedo decir (aunque esa imagen final nos avise de que esto no ha sido ni mucho menos todo). Me parece una ocurrencia divertidísima (también he de decirlo) que King recurra al bar Porky’s, de ese fantástico crossover con los Looney Tunes que leímos hace ya algún tiempo por aquí.

 

Batman #27 funciona a la vez como epílogo de toda esta etapa y como una profunda reflexión acerca de la infalibilidad de los héroes, un tema que vamos a tratar extensivamente en la futura Héroes en Crisis. Aquí una vez más se iguala la ecuación de Batman y el dolor, pero creo que a King, como a otros tantos antes, se le ha olvidado que lo que hace a Batman ser tan grande como es no es su tragedia ni las continuas decepciones a las que se enfrenta, sino su inquebrantable voluntad y su continua esperanza en un mundo que ya no necesite al Mejor Detective del Mundo.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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