Superman: Hijo Rojo

Superman. Hijo Rojo: ¡Alerta comunista!

Superman: Hijo RojoECC Ediciones recupera Superman: Hijo Rojo, una pequeña «rareza» escrita por Mark Millar e ilustrada (principalmente) por Dave Johnson que se plantea qué habría pasado si Kal-El hubiera llegado a la Tierra unos años antes (en concreto, en 1938) y lo hubiera hecho en la estepa ucraniana y no en Kansas. Es decir, ¿cómo habrían sido las cosas de tener en Superman a un símbolo de la lucha proletaria y no a la personificación del ideal estadounidense?

 

«Llevamos el arma más peligrosa de la Tierra dentro de nuestros cráneos«

 

Dejando al margen las trampas que se permite el guionista para encajar a los personajes en este contexto ucrónico de la historia deceíta, Superman: Hijo Rojo resulta una lectura bastante amena e, incluso, imaginativa. Hay personajes que no cambian demasiado respecto a sus contrapartidas tradicionales (casos de Lex Luthor o Wonder Woman), pero otros como Jimmy Olsen son verdaderos hijos de esta historia alternativa y juegan con estas nuevas reglas hasta las últimas consecuencias.

 

Quien tampoco cambia en exceso respecto a la imagen que tenemos de él es el propio Superman, pues la base del personaje sigue siendo la misma: un niño llegado del espacio criado según los ideales de la nación que le acogió. Desde la perspectiva de una pareja de granjeros humildes esos ideales se concretan en ser buena persona, ayudar al prójimo, evitar la violencia en la medida de lo posible y usar sus poderes al servicio de quien más lo necesite. Así pues, lleve una S sobre el pecho o una hoz y un martillo, Superman sigue siendo ese idealista cargado de optimismo de siempre. Pero claro, es comunista. No puede ser bueno.

 

Este mantra persigue a la obra en todo momento. La URSS no puede ser la buena de la historia, menos aún cuando tratamos con uno de los símbolos más importantes de la cultura pop occidental y motivo de orgullo norteamericano. Superman se dedica a luchar contra súper villanos y rescatar gente de accidentes, pero es malo porque mira hacia otro lado y finge no saber que otros se manchan las manos en nombre de la Unión Soviética. Resultaría interesante si no fuera un discurso tan hipócrita. ¿Qué ha hecho siempre Superman cuando EEUU apoya los desmanes israelíes en cada una de sus guerras? ¿Dónde estaba cuando su país invadió Irak bajo falsos pretextos? O mucho más cerca, ¿qué hizo cuando las hordas trumpistas asaltaron el Capitolio? Exacto, luchaba contra súper villanos y rescataba a personas accidentadas.

 

Superman: Hijo Rojo

 

En el relato de Millar Superman es el de siempre. Y se esmera en repetirlo una y otra vez. Uno de sus orgullos es el de conseguir sus objetivos sin recurrir a la violencia, sino a través del diálogo y la argumentación. El problema es que el socialismo estalinista (el comunismo -teórico- es otra cosa) es un sistema corrupto condenado al fracaso. Sobre todo desde una perspectiva liberal. Y cuando Superman sale de la ecuación, el sistema (el mundo) se autorregula y ¡oh, sorpresa! vence el liberalismo. De aquí, pues, se desprenden dos problemas. El primero consiste en que, precisamente, no hay una verdadera actitud crítica. Mark Millar presenta un mundo en el que no hay buenos o malos… porque todos son malos. Pero entre unos y otros, el comunismo siempre es peor. Por eso, aunque Lex Luthor sea la peor persona del mundo, al estar del lado del régimen «menos malo», siempre saldrá victorioso.

 

El segundo, en estrecha relación con el anterior, radica en la propia interpretación de Superman: si sus circunstancias personales no cambian, ¿cómo va a cambiar el personaje? El ejemplo más pertinente lo tenemos en la versión de Injustice. Ahí, fruto de una tragedia personal, el personaje se transforma y toma la determinación de mancharse las manos para hacer del mundo un lugar libre de crímenes, aunque eso lleve a este a ser presa de un régimen totalitario. Falta, en este caso, una reflexión en torno al protagonista y que este sea más consciente del mundo en el que vive.

 

En el fondo, Superman: Hijo Rojo es Mark Millar en estado puro: historias cargadas de conceptos súper atractivos, pero desarrollados con brocha gorda. La epicidad y dinamismo de sus aventuras y el carisma de sus personajes tapan su falta de profundidad. Mark Millar es un experto en crear blockbusters (con todas sus virtudes y defectos) y Superman: Hijo Rojo lo es.

 

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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