Después de llegar a nosotros en doce entregas en formato grapa y en dos tomos en la línea Marvel Deluxe, Panini Cómics ha reeditado una vez más (se encontraba descatalogadísima y era de las historias más demandadas por los lectores) la miniserie de Spiderman orquestada por Mark Millar en un único tomo integral (en un formato idéntico al empleado en Civil War y la primera temporada de Guardianes de la Galaxia) coincidiendo con el inminente lanzamiento de la película protagonizada por Tom Holland.
La elección de esta aventura para acompañar al estreno de Spider-Man: Homecoming resulta muy acertada por su carácter autoconclusivo y por la facilidad que ofrece a los nuevos lectores. Es cierto que el contexto de la historia está bastante anclada en la continuidad del momento, con Mary Jane y tía May conociendo la identidad secreta de Peter y con este manteniendo una relación de amor/odio con Los Vengadores (casi siempre ha sido un héroe que ha actuado en solitario), pero se trata de apreciaciones y detalles que no interrumpen el desarrollo de la trama. Una trama que, por otra parte, sirve de excusa para que Mark Millar (acompañado a los lápices por Terry Dodson y de forma puntual por Frank Cho) haga un recorrido por la galería de villanos del trepamuros.
El relato que nos presenta no reviste mayor complejidad. Su intención, como en tantas otras de sus obras, es la de ofrecer un espectáculo al lector que pudiera pasar por un blockbuster si hablaramos en términos cinematográficos. Todo está pensado para ofrecer un entretenimiento rabiosamente frenético. Además, al ser una serie limitada enmarcada en aquella empresa llamada Marvel Knights, el guionista puede imprimirle un carácter más adulto y violento. En otro contexto u otra serie arácnida sería muy díficil ver algunas de las secuencias que presenta Millar en estas páginas.
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