Después de varios meses de espera (más de los inicialmente previstos) Panini Cómics ha editado en nuestro país Renacida, nueva obra de Mark Millar, que en esta ocasión se alía con uno de los dibujantes más respetados del panorama mainstream norteamericano actual: Greg Capullo. Juntos llevan a cabo una empresa que aúna la aventura con la espiritualidad, imaginan un más allá que no es para nada como nos podríamos esperar.

Bajo el sello Millarworld el guionista escocés da rienda suelta a sus ideas más locas, sin el corsé que supone escribir para una gran editorial como Marvel Comics. Aquí ha podido desarrollar algunas de sus historias más mediáticas como son Kick-Ass o Kingsman. Bajo estas especiales circunstancias surge Renacida, obra en la que Millar y Capullo se sirven de las creencias religiosas para elaborar una epopeya de corte fantástico que es imposible no intentar relacionar con productos como Trillium o The Leftovers por esos escarceos que tiene con conceptos como la fe o la muerte como un comienzo.

Renacida tiene cierto poso de corte cristiano, innegable por la educación de sus autores (y de buena parte del público potencial de la obra), pero el hecho de que las reencarnaciones o renacimientos de los protagonistas sea una parte fundamental del relato enlaza este con corrientes espirituales y religiosas más cercanas a las concepciones orientales. Sin embargo no hay un trabajo muy preciso al respecto, Millar coge el concepto del renacimiento y lo usa como detonante de la acción, es la excusa de la que se sirve para llevar adelante su historia, sin pararse a pensar en nada más. De ahí que caiga en excesivos maniqueismos y ambigüedades. No existe una labor previa de contextualización (y si la hay no ha sabido transmitirla) y todo se reduce a blancos o negros, buenos o malos. Este más allá vendría a ser la versión millariana de Narnia o mundos similares al que llegan los pertinentes protagonistas bajo la forma de unos avatares.

Es una pena, porque las ideas que se intuyen son muy interesantes, darían para una exploración mucho más profunda y compleja, pero el guionista rehuye este tipo de consideraciones y se escuda en las batallas y la narración puramente aventurera. La dictadura del consumo rápido le hace un flaco favor a Renacida, que ya nace impedida, obligada a renunciar a su rica (y polémica) mitología por pura vaguería de Millar. Si  fuera una película o una serie ya estaríamos hablando de la posibilidad (y necesidad) de un reboot para sacar partido de sus cualidades.

Si nos extraemos de todas estas consideraciones y nos quedamos, con el autor, en la trama aventurera, estamos ante un relato bastante funcional. Los diferentes arquetipos están muy claros desde las primeras páginas. Héroes y villanos son muy reconocibles y no hay interés en dibujarlos más allá de la configuración inicial de sus caracteres. Esto se traslada también a los diálogos, uno de los fuertes de Millar, que aquí no están a la altura de lo que nos suele ofrecer. Nada importa más que la trama vaya avanzando según el rumbo que el guionista tiene en su cabeza, lo que hace que todo quede supeditado a la utilidad que pueda tener, lo primero que funciona es lo que se queda. Así, tenemos una aventura muy dinámica, muy entretenida, pero que -como decíamos antes- deja escapar todas las buenas ideas que se va encontrando por el camino, ideas que ve como distracciones.

Renacida deja, pues, un regusto un tanto agridulce. Cumple las expectativas de lectura ligera, de blockbuster millariano, pero desaprovecha sus muchas cualidades (incluido el dibujo de Capullo, que también parece haber dejado puesto el piloto automático).