Los franceses aman mucho lo suyo y su cine. Y lo de fuera también. Laurent Cantet no duda en ir a buscar historias que contar en otros países si es necesario. Su anterior trabajo era en el corazón de Estados Unidos en plenos años cincuenta. Ahora regresa a la actualidad para analizar la actualidad cubana con Return to Ithaca. En San Sebastián nos explica los detalles de esta coproducción, sin perder su aire galante y tan típicamente galo.
P: ¿Esta película va sobre cinco amigos que se juntan o sobre la realidad de Cuba?
R: Espero que sea un poco las dos cosas; que sea un reencuentro de cinco amigos y una película que habla de Cuba y de su circunstancia. Más allá de la situación cubana, que hable de algo más universal, algo que yo como europeo, pueda entender o compartir.
P: ¿Cómo llevo a cabo el proceso de casting de la película?
R: Enseguida empecé a tener ganas de ver artistas cubanos que desconocía o conocía muy poco; reuní a actores de diferentes horizontes y empezamos a improvisar sobre las ideas que habíamos desarrollado de la película, incluso antes de escribir el guion. Pronto hubo unos flechazos y ganas de seguir trabajando con algunos de ellos y llegar a profundizar más; fue como un encuentro amoroso. A veces hay una atracción por alguien, algo que no se puede definir siempre, pero que su implicación en la historia era muy fuerte. El hecho de que Padura hubiese escrito esta historia hizo que la convirtiera en su historia.
P: La historia parece tan real gracias al guion, a los intérpretes, pero sobre todo por la dirección de actores. ¿Cómo la llevó a cabo?
R: Igual que en las anteriores. Pero en este caso lo importante para mí ha sido primero escuchar las historias que ellos tenían que contarme, intentar capturar de la forma más precisa sus emociones, los gestos que transmitían con sus caras. Para eso hemos trabajado mucho antes encontrando los personajes, definiendo sus perfiles. Por ejemplo con Isabel Santos, la cuestión que hablamos fue la tensión de un rol que no tiene miedo a ser antipático, y eso me ha ayudado mucho en la construcción del personaje. Además sobre todo hemos creado una confianza, nos hemos conocido, hemos pasado mucho tiempo justos y los actores son excepcionales, han comprendido enseguida a dónde queríamos llegar. Ha sido bastante fácil.
P: ¿Ha encontrado algún problema para financiar o desarrollar el proyecto en cuba, dado que es muy crítica con el gobierno cubano?
R: No, la película la hemos hecho de manera totalmente oficial: escribimos el guion, lo propusimos, lo dimos a leer a las autoridades, nos permitieron hacerla. Los técnicos son cubanos, ninguno de los actores me dijo que no quería trabajar por ser peligroso, y una vez que estábamos rodando, no hemos encontrado ningún momento problemas controles. Lo más difícil ha sido producirlo, encontrar la financiación. A pesar de no ser caro, en Francia era costoso producir una peli en español. Y no quería hacer una versión doblada, por eso las cosas han sido un poco más arduas. Pero hemos encontrado un poco de dinero y lo hemos hecho con esos medios.
P: ¿Y cómo un francés hace una película en español?
R: Porque la historia que quería contar era de cubanos, y los cubanos hablan en español. Del mismo modo que cuando hice Foxfire, que era una adaptación de una novela americana, la intenté llevar a Francia pero no funcionaba, era una historia para rodarla en América.
Se ha basado en La novela de mi vida, de Leonardo Padura, que también ha colaborado con el guion, ¿Cómo fue la relación con el escritor?
R: El punto de partida de nuestro trabajo fue de un personaje de «La historia de mi vida», uno que vuelve del exilio también, pero eso ha sido todo lo que se ha conservado de ese libro; ha sido una colaboración muy estrecha con Leonardo, hemos hablado de los personajes, de la película, de su construcción, y luego él ha escrito los diálogos, y yo los he reorganizado en ocasiones quizás con un tono más cinematográfico que él, he cortado mucho porque le tenía tantas cosas por decir que hubiéramos podido hacer una cinta de veinte horas de todo lo que queríamos decir. Además participo en los ensayos, escuchó a los actores, participó en las lecturas que hicimos, hemos modificado las cosas a medida que los actores proponían o sugerían sus visiones, sus propias palabras, incluso para decir lo mismo. Pero en el rodaje no estuvo presente. Me dejo trabajar lo más libremente posible.
P: La película es todo el rato en un mismo escenario, ¿Esto a la hora de trabajar limita un poco?
R: Es algo que tenía claro, lo asumí desde el principio, en primer lugar porque creo que hay variaciones, están en las expresiones en las caras, y que es un dispositivo que permite dar o crear la tensión necesaria. Para mí son micro variaciones pero son muy importantes, además me gustaba la idea de un lugar único porque es una metáfora de una isla: por un lado está el mar oscuro, que es algo desconocido, luego están las terrazas, la galerías,… estando allí teníamos una imagen bastante justa, bastante realista de La Habana, pero sin ser una versión típicamente turista del país.
P: La historia es emotiva, pero no es tan sensible como un telefilme
R: Será que es porque ha sido una buena película (risas). Es una película bonita. Yo creo que la densidad de la historia, la necesitada de contarla por parte de los personajes y además la emoción tan fuerte de los personajes y claro eso necesariamente te conmueve, te atrae; quieres entender la tensión; en cada película lo que más me aporta son los propios personajes. Tengo la impresión de que cada película es como un pretexto para conocer a los personas más que otra cosa.
P: Han trabajado cinco productoras. ¿Se ha sentido presionado o atado de manos?
R: Ha habido una productora Full House, que produjo Siete días en La Habana y como el proyecto nació a partir de este largometraje, seguimos trabajando juntos. Teníamos confianza y no ha habido ningún problema. Las otras han intervenido solamente en la financiación.
P: El anterior proyecto era en una cultura americana y en los años cincuenta. Ésta es en castellano y muy cubana ¿Cuesta el cambio?
R: Me interesa mucho buscar fuera en otros países. Creo que eso me hace ser más curioso, más atento, y me interesa mucho dar fe de la universalidad de las cosas; cuando un cubano me cuenta una historia me identifico. Cuando cuento la historia de los jóvenes en los años cincuenta, reconozco a los parisinos de su época. Al fin de cuentas, no somos tan diferentes unos de otros. Lo que siempre es interesante es mirar de una manera precisa una situación particular que se convierte en una especie de metáfora de algo mucho más amplio. Luego, claro, está el tema de la lengua que es un impedimento, un hándicap pero comprendo y entiendo muy bien el español, lo suficiente como para saber qué están diciendo. Estaba con una asistente franco-cubana que me ha ayudado mucho en la comunicación con el equipo, y además la idea va más allá de la lengua. Y a pesar de que no lo entienda, soy capaz de captar un mensaje.
Deja un comentario: