Ver a directores que hayan desarrollado carrera en otros campos no es lo normal. Thomas Lilti ha sido médico antes que cineasta, y así ha forjado en un mismo producto sus años en hospitales y sus conocimientos de cine. El resultado se llama Hippocrate, que como bien indica, habla de medicina, pero desde una perspectiva cercana y de primera mano. La sanidad francesa se coloca en el centro de mira de su obra. En Gijón el cineasta galo ahondó sobre ello.
P: Esta película la situación de la sanidad ¿No pensó en hacer un documental?
R: Es una ficción muy autobiográfica. Yo soy médico y el personaje de Benjamin (Vincent Lacoste) es un doble mío. La película, sin ser un documental, está muy bien documentada, porque había una voluntad de enseñar lo que hay detrás de los hospitales franceses, aunque creo que estos problemas se ven también los españoles, o en los de cualquier otro lugar de Europa, que actualmente tiene dificultades económicas. Por eso quería enseñar lo profundo del problema, para así separarme de las series americanas (Sigue la referencia constante de House para todos). Por otro lado, los demás personajes no son reales, pero sí que están inspirados en lo que yo viví, es la parte novelesca de la cinta, pero habla igualmente de los errores, de los problemas éticos que existen en un hospital.
P: Ahora que has mencionado House, en la ficción los médicos suelen ser unos héroes, unos salvadores, pero aquí tienen una visión muy estática, ¿Querías deshacerte de esa imagen?
R: Al final de la película Abdel (Reda Kateb) dice a Benjamin “La medicina no es una profesión, sino una maldición”. Yo quería enseñar la realidad de hacer una mirada diferente de los médicos, enfocarme en la dificultad de su trabajo. Eso era lo que me interesaba, más que el trato de las enfermedades. Quería enseñar las cosas desde el otro lado de la barrera, desde los médicos.
Cuando eres médico interino no eres médico al cien por cien, aunque los enfermos esperan que los seas. Cuando eres estudiante de medicina tienes un poco más de veinte años, no estás del todo preparado para las responsabilidades, ni sabes de enfermedades, ni del dolor, ni confrontar el amor, ni la presión de los médicos más mayores, los errores; siempre dudas, te sientas ilegítimo, eso se plasma en la historia: Se proyecta la sensación de la vocación, de la transmisión, y la ilegitimidad de un joven.
P: El filme te atrapa sin centrarse en la vida privada de los protagonistas, que sería lo fácil en estos casos…
R: Sí, quería mostrar a la institución, por eso el personaje principal de la película es el hospital. Cuando se es estudiante de medicina, supongo que en España pasa lo mismo, se pasa casi todo el tiempo en el hospital. Estudias y trabajas allí, sólo estás en tu casa para dormir, y hay un sentimiento de haber vivido allí. Mi vida estaba en el hospital, mis historias de amor fueron en el hospital, mis amistades, comer, dormir allí. Los fines de semana estaba tan cansado que me dedicaba a dormir en casa, casi sin ganas de salir de fiesta con los amigos.
P: ¿Recomendarías esta película a los alumnos que están en el último año de medicina, como preparación?
R: Sí, en Francia ha tenido mucho éxito, muchos estudiantes, internos, médicos la han visto y les ha gustado mucho. Los jóvenes quieren que se vea el trabajo verdadero que hacen y las dificultades que padecen. Los interinos no tienen ganas de que se les idealicen, es muy dura la responsabilidad que ponen sobre sus hombros. La sociedad impone un peso sobre ellos y los idealizan, y para nada es fácil. Los médicos no pueden decir nunca “no sé”, aunque muy a menudo ellos no sepan algo. Por eso esa certeza nunca es del todo estable, se deben cuestionar cosas, y a veces es duro tomar decisiones.
P: ¿Cómo fue la dirección de los actores?
R: Trabajé con ellos de forma muy libre. Repasamos juntos el guion, pero busqué más cosas luego ya en el set de rodaje. Quería que se sintieran abiertos y con mucha gente, que es como están los pasillos de los hospitales públicos. Te encuentras mucho bullicio en el día a día y eso era difícil de traspasarlo al rodaje. Aun así, hubo libertad y mucha investigación con los actores.
P: Tu vida ha inspirado a Benjamin, pero en qué te basas para llenar la vida de Abdel?
R: Abdel es el papel que representa el problema importante en Francia: Los hospitales públicos funcionan gracias a la presencia de médicos extranjeros, que son casi un treinta o cuarenta por ciento en los hospitales. No pueden funcionar sin ellos, pero a la vez, como se muestra claramente en la película, están mal considerados y mal pagados; no tienen el mismo trato y Francia vive por ellos una hipocresía. En mi época de interno eran muchos y eran ellos los que nos enseñaban, nos transmitían sus conocimientos y a pesar de todo, no estaban reconocidos pese a que se les necesitaban.
P: Eres médico y director de cine ¿Te consideras un intruso dentro del cine?
R: Sinceramente no, porque estudié medicina mientras hacía mis estudios de cine a la vez. Los dos al mismo tiempo. Me siento de hecho más intruso en medicina que en el cine, porque en medicina fue cuando decidí hacer los estudios de cine. Eso podía estar mal interpretado o raro. Pero estudiando cine no pasaba esto, daba ya una sensación de serio. Mi primera película no hablaba de medicina. Puede que al principio me sintiera así, pero ahora he podido reunir esas dos personalidades.
P: ¿Vas a continuar hablando en tus siguientes proyectos con la misma línea reivindicativa?
R: Mi siguiente proyecto habla sobre otro problema importante en Francia, que es la desertificación médica en el campo, así que va a tratar sobre un doctor que tiene dificultades específicas por trabajar en las zonas rurales. Es también una reivindicación, pero será menos político que Hippocrate.
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