El viaje de Frieren, Fern y Stark por la meseta del norte sigue adelante. Kanehito Yamada y Tsukasa Abe siguen avanzando lentos, pero con paso seguro, disfrutando de cada parada en el camino y de cada encuentro inesperado. Después de ocho entregas se ha establecido una enorme comunión entre el manga publicado por Norma Editorial y los lectores, que lejos de demandar más acción, disfrutan (disfrutamos) de esas riñas entre futuribles enamorados de Stark y Fern, o de la incansable búsqueda de la elfa por descubrir nuevos grimorios, por más que las magias que guardan sean del todo inútiles. Caminando a su lado nos hemos ido encariñando de los personajes y de una historia que valora cada desvío como una oportunidad de valorar el presente y recordar con cariño el pasado.
«Incluso mis compañeros venían quejándose de que nunca habían probado un pan tan duro«
Frieren tiene, en este sentido, algo de terapéutico, pues nos invita a ver con otros ojos nuestra propia historia. Quien más y quien menos, todos hemos sufrido nuestros traumas y penas y tenemos cicatrices que pueden ser más o menos visibles a los demás. Pero las tenemos. Y es normal pasar sobre ellas y recordar el dolor que provocaron y, en no pocos casos, cuál fue el origen de esa herida. Frieren -y he aquí su magia- nos emplaza a abrir la mente (y el recuerdo) y mirar las cosas buenas. Obviamente la lectura de este manga no os sacará de la depresión, pero nos da ese toque de atención para no enterrar aquel primer trabajo de verano o el sabor de ese plato especial de tanta historia familiar. Porque los recuerdos felices también nos definen y conscientes de que son efímeros, debemos atesorarlos.
Esta es la lección que Abe y Yamada quieren que aprendamos. Y es la misma que Frieren regala a todo aquel con quien cruza su destino. Ejemplos en este tomo hay varios: desde el enano obsesionado con probar el boshaft (quien protagoniza una pequeña pero muy divertida aventura) al mago Genau, arisco y pragmático como pocos, pero que acaba contagiado del optimismo irredento de nuestros protagonistas. O el viejo Denken, quien en sus últimos años, también por influencia de Frieren y compañía, ha recobrado su espíritu aventurero. Y esa es otro de los atractivos que nos está deparando la obra, hay un continuo fluir de personajes. Algunos llegan y se van sin mirar atrás, y otros persiguen su propia historia cruzándose de cuando en cuando con nuestros protagonistas, dando y recibiendo valiosas experiencias.
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