William Gibson es uno de los novelistas de ciencia ficción más avalados del momento y como mente inquieta que es, se ha decidido a explorar otros terrenos narrativos, concibiéndose así su primera aproximación al mundo comiquero. Una aproximación para la que ha contado con varios artistas, entre los que encontramos al amigo Al Barrionuevo.
¿Qué nos cuenta Archangel? Nos sitúa en 2016 en un mundo devastado por la guerra nuclear, con el fin de todo a la vuelta de la esquina. Pero el gobierno norteamericano ha ideado una tecnología con la que viajar a un 1945 a partir del cual reescribir su historia. El problema es que las intenciones de estos no so buenas, y junto a ellos viajan a ese 1945 miembros de la resistencia, trasladando el conflicto al Berlín ocupado.
Rusos, americanos y británicos, que están ensimismados en su reparto de poderes en los albores de la Guerra Fría, pronto se ven en medio de una lucha cuyo desenlace marcará el futuro de su mundo. Gibson elabora una aventura de ciencia ficción de cierto aroma noir, que mira el contexto bélico desde la retaguardia, tomando a los servicios de inteligencia como actores principales del relato.
A quien le gusten las historias de género en las que se juega a poner en jaque determinados acontecimientos históricos disfrutarán mucho de Archangel que, sin proponer una trama revolucionaria, sabe como conectar con los lectores desde el primer momento. Gibson ha hecho bien los deberes y ha sabido como trasladar su narrativa al formato del cómic. Y no falta la lectura crítica en Archangel. Con su apariencia de entretenimiento pulp, las dos últimas viñetas dan un vuelco completo a la percepción de la obra e invita a una nueva relectura con unos ojos más «políticos».
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