La Biblioteca Marvel de Panini Cómics dedicada a Spiderman sigue, en este decimosegundo volumen, explorando la trama abierta en torno al Doctor Octopus y su breve experiencia como compañero de piso de May Parker. Además lo hace con el suficiente ingenio como para conectar con las siguientes amenazas para el trepamuros (Ka-Zar y una nueva versión del Mata-Arañas) no muy habitual por aquel entonces, pues los arcos solían quedar más o menos acotados y no enlazar sin aparente separación entre ellos, como es el caso.
«¡Aquí vuelve el risitas!«
La principal consecuencia de esta decisión, hablando en términos argumentales, es que la trama heroica absorbe casi todo el foco de atención a lo largo de todos estos capítulos que nos ocupan (#55-58), quedando la faceta personal de Peter Parker encapsulada en un segundo plano. También se debe a una cuestión narrativa, pues la pelea entre Spidey y Doc Ock que tiene lugar en el primer capítulo «obliga» a los autores a descartar esa parte civil del personaje.
La aventura que compete al villano de brazos mecánicos sigue el curso habitual, aunque por la portada del tomo podéis intuir la derivada que proponen Lee y Romita y que sirve para calibrar fuerzas entre las autoridades neoyorkinas respecto al trepamuros, con Jameson hijo y el capitán Stacy liderando la facción de defensores de nuestro protagonista. El primero por razones obvias (ha sido salvado por Spiderman ya en un par de ocasiones antes de esta aventura) y el segundo porque dice estar intrigado por el vigilante y porque cree que las pruebas lo señalan como el héroe que sabemos que es, por más que Jameson padre esté erre que erre con su cantinela del peligro que representa.
Esta es una de esas aventuras que reflejan la pasta de la que está hecho el trepamuros, cuya brújula moral es capaz de sobrevivir a las más inesperadas adversidades. Al mismo tiempo somos testigos -una vez más- de lo mezquino que podía llegar a ser Jonah Jameson en estos años de odio furibundo (y nunca justificado) contra un Spiderman que, si no tuviera suficiente, conoce a Ka-Zar en las peores circunstancias posibles. De fondo, la ausencia de Peter en su círculo social lleva a Mary Jane y Gwen marcar territorio. Aunque en esta época la atención del protagonista (y los autores) tiende a conatos de coqueteo entre la rubia y la araña, la pelirroja no duda en hacerse notar siempre que la ocasión lo permite. Sabemos hacia donde se encaminarán las diferentes relaciones, pero da la sensación de que en estos momentos aún parecía todo abierto, Lee y Romita no terminaban de decidirse por ninguna de las pretendientas.
El tomo se completa con The Spectacular Spider-Man #1, el primer número del primer magazine dedicado al trepamuros, en blanco y negro y mayor extensión que el comic-book tradicional, enfocado a un público más adulto del habitual de la serie. Julián M. Clemente da cuenta de las circunstancias de su creación en el prólogo del libro y esto es quizás lo más interesante de una aventura que funciona como curiosidad, pero que no termina de enganchar (y entonces tampoco lo hizo, lo que llevó a la prematura cancelación de la iniciativa).

Deja un comentario: