El volumen número #13 de la Biblioteca Marvel que Panini Cómics dedica a las aventuras del todavía estudiante Peter Parker tiene una temática muy clara. La cosa va de padres y de lo que los hijos creen de ellos (que no tiene por qué corresponderse con la realidad). Norman Osborn, el capitán Stacy… los padres de Peter.

 

«Entonces, ¿por qué no te ríes?«

 

Sí, como bien desvela la portada del tomo que nos concierne, Stan Lee decide arrojar luz sobre el mayor interrogante de la serie hasta el momento: ¿quiénes fueron los padres de Peter? Para ello optó por contar su historia en el quinto Annual de la colección. Esto le permitía extenderse con un relato con más páginas de lo habitual y también mantener el desarrollo de la serie regular al margen. Y menos mal.

 

No decimos que el relato sea malo, pues lo más importante, que no es otra cosa que la de ofrecer un rato de amena lectura, lo consigue de sobra. Pero Lee se animó en exceso y planteó una historia que incluía nada menos que a Cráneo Rojo y un pasado de los Parker como agentes secretos. En su artículo de introducción Julián Clemente ofrece un interesante contexto al respecto (los salseos editoriales de la época son casi tan divertidos como las historias que nos ofrecen) y señala los intentos posteriores (con años de distancia) para intentar poner orden en el asunto… sin demasiado éxito. El «mal» ya estaba hecho.

 

Una divertida anécdota que va de menos a más, pero que si vais con muchas lecturas pendientes, podéis dejar pasar sin miedo.

 

Mucho más interesante es el contenido de la serie regular (aquí se incluyen los números #59-62), que traen de nuevo a Kingpin a la palestra y que acentúan el carácter telenovelesco de la colección poniendo en serios aprietos a la -todavía sin florecer- relación amorosa entre Parker y Gwen. Como marcaba la decencia de la época, si tiene que elegir entre su padre y un chico, Gwen no tiene dudas y se pondrá del lado de su idolatrado progenitor.

 

El pobre Peter, tal es la suerte Parker, se mete en embrollos hasta cuando no los busca. Y con el morbo que da ver sufrir a tus personajes favoritos, no negaremos que los disparatos obstáculos que ofrecía el bullpen marvelita de aquel entonces resultaban muy divertidos. También es cierto que en otra cabecera igual no funcionarían igual este tipo de ideas, pero en Spiderman venía siendo una tónica general que hacía que los lectores lo sintieran (y sigamos sintiendo) algo característico de la serie.

 

Y si no tuviera suficiente con su mal de amores, Medusa se deja caer por estas páginas en un simpático relato que tiene más enjundia de la que parece, pues en paralelo a la trama principal (que no es otra que el malentendido de turno entre Spidey y la invitada a la colección), Norman Osborn empieza a sentir que algo no funciona como debería en su mente, adelantando que más pronto que tarde veremos de nuevo en acción al Duende Verde.