Ya sabéis que dentro del tomito mensual dedicado a Spiderman, además de las entregas correspondientes a su colección principal (Amazing Spider-Man, la escrita por Dan Slott), desde Panini Cómics siempre han tenido a bien publicar las diversas series paralelas del trepamuros, así como colecciones afines a la del personaje (véase la primera temporada de Seda o Spider-Gwen), y miniseries de toda índole alejadas de las obligaciones de la serie principal.
Así es como en las entregas #116 y #117 de El Asombroso Spiderman, Panini ha recopilado la miniserie Don divino, compuesta por seis capítulos con el portorriqueño Jose Molina a los guiones y Simone Bianchi y Andrea Broccardo a los lápices. Productor en series como Crónicas vampíricas o Castle, Molina también ha ejercido de guionista en proyectos como Dark Angel o Sleepy Hollow. En resumen, estamos ante un tipo muy curtido en el medio televisivo que se ha marcado unos pinitos en el medio comiquero en esta saga de tintes callejeros y esotéricos.
Lamentablemente no sale bien parado de la experiencia. La narración resulta un tanto confusa, con la acción saltando de un lado a otro sin criterio, casi de forma arbitraria, desconcertando al lector, al que le cuesta poder situarse y atender a los diferentes focos o hacer simplemente un relato lineal de los hechos. Esto se ve claramente en el segundo capítulo, donde vemos en una misma página una viñeta con Spiderman haciendo gracietas sobre un avión a 9000 metros de altura y otra justo al lado con nuestro amigo charlando con unos aliados suyos. Otro tanto de lo mismo sucede con los propios diálogos, que saltan de un tema a otro como si estuvieramos cambiando de canción en una playlist. Todo ello sin poder dejar pasar la visión sesgada y simplista que ofrece de la realidad cubana, una visión ciertamente interesada, que plantea la situación desde el lado «americano», sin atender a la globalidad… pero bueno, nos estamos yendo por las ramas.
El guion es, en resumidas cuentas, errático. Nuestro protagonista va de un lado a otro sin tener muy claro ni su objetivo ni los pasos a seguir. Aún así tiene algunos aciertos, como la inclusión d ecierta presencia protectora, que ayuda a Peter a poner las cosas en perspectiva, o el propio dilema moral del héroe, ilustrado con enorme tino en la conversación que mantiene junto a Hank McCoy. Pequeños destellos que en otras circunstancis habrían destacado mucho más.
En el apartado gráfico Bianchi, dibujante principal, tampoco ofrece el mejor de sus trabajos, pero hace lo que puede con el material con el que cuenta. El don divino es, en resumen, un relato menor dentro de la trayectoria de nuestro trepamuros favorito, recomendable para completistas y muy fanáticos del personaje.
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