Jóvenes Vengadores

Jóvenes Vengadores. La cruzada de los niños: Locos por Wanda

Con la publicación de Jóvenes Vengadores: La cruzada de los niños Panini cómics culmina la reedición de la etapa fundacional de Jóvenes Vengadores dentro de su línea Marvel Must-Have. Lo hace, además, tocando hueso, avivando temores y rencillas entre vengadores y mutantes a cuenta de Bruja Escarlata.

 

«No me extraña que nadie haya podido encontrar a la Bruja Escarlata…«

 

¿Dónde está Bruja Escarlata? Esta es la pregunta que se hacen los protagonistas de este volumen. Brian Michael Bendis usó a Wanda Maximoff para destruir a los Vengadores y luego para diezmar a la especie mutante. Todos tienen cuentas pendientes con ella, pero nadie sabe dónde se encuentra. Y es aquí donde entran los chicos de Allan Heinberg y Jim Cheung. Con Wiccan a la cabeza, los Jóvenes Vengadores se imponen como misión encontrar a Wanda, pues sospechan que esta podría ser la madre del brujo y de Veloz.

 

Así, unos quieren dar con ella por motivos familiares (a quienes se une nada menos que Magneto y Mercurio, padre y hermano de esta), y otros quieren encontrarla para ponerla bajo su custodia o, directamente, acabar con su vida. Los Vengadores con Steve Rogers a la cabeza son de la primera opción, mientras que la Patrulla-X es partidaria de una solución permanente.

 

Estamos en un escenario convulso en el que nadie se fía de nadie.Ninguno de los actores se para a escuchar a los demás y cada uno quiere hacer la guerra por su lado, desoyendo explicaciones y argumentos. En tales circunstancias el desastre es inevitable. Para Wiccan y los suyos todo resulta extremadamente frustrante y les empuja a caer en la misma dinámica que lo distorsiona todo.

 

Como conflicto es muy interesante lo que plantea el guionista, pues señala como los conflictos se agrandan y retuercen sin remedio cuando nos obcecamos en nuestra verdad y dejamos que el miedo y los prejuicios nos guíen. Las dos guerras civiles marvelitas, por ejemplo, se dieron por eso mismo. A diferencia de aquellas sagas, sin embargo, aquí ninguno de los personajes aprende realmente de lo sucedido. Heinberg no saca ninguna lectura del conflicto y condena a sus protagonistas a repetir los mismos errores en el futuro. Tanto es así, que son los Jóvenes Vengadores quienes salen más escaldados de toda la situación dando lugar a un cierre muy amargo para muchos de ellos.

 

Hay interesantes claves, como descubrir el punto de no retorno en el que Iron Lad toma el camino que le conducirá a Kang el conquistador. O la determinación emancipadora de Wanda, ya asumida su responsabilidad en muchas de las tragedias recientes para la comunidad súper heroica. Pero a La cruzada de los niños le falta el punto de consciencia que calibre los hechos narrados y se posen en sus protagonistas. Wiccan solo quería encontrar a su madre. Los Vengadores prácticamente intentaron convertirlo en un prisionero y luego fueron tras él para impedírselo. ¿Por qué? Porque le tenían miedo y no quisieron escucharle. Cíclope y su Patrulla-X se cegaron por la venganza y no quisieron ver que había una posibilidad de enmendar las cosas. Magneto sí escuchó a Wiccan, pero nadie dio el beneficio de la duda al otrora villano, enquistando aún más las relaciones con los dos grupos y sembrando la discordia entre los propios jóvenes vengadores, con Eli a la cabeza. ¿El resultado? Un desastre que podría haberse evitado y del que él único que se siente responsable, Wiccan, es quien menos culpa tiene del mismo.

 

Por eso, la sensación de final amargo es compartida por los lectores. ¿De qué ha servido nada de esto?

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