Con esta doble entrega de la serie regular de Los 4 Fantásticos (los cuadernos #46 y #47 de la numeración actual), Panini Cómics pone el punto final a La guerra de cuentas, el evento con el que Dan Slott cierra (casi) su ambiciosa etapa como arquitecto de los imaginautas. Cierra porque el próximo capítulo será el último de su andadura con la familia Richards. Y ambiciosa porque en sus manos cayó la tarea de reinstaurar a los imaginatuas en el día a día marvelita. Pero bueno, para hablar de todo esto aún nos queda una grapa. Hoy toca repasar las consecuencias de La guerra de cuentas.

«Yo quiero ver a mi mujer y mis niños. ¿Es demasiado pedir?»

Este par de números nos deparan aún muchas sorpresas. Titulamos la reseña del capítulo anterior como «Intenciones descubiertas»; sin embargo el guionista no nos había revelado todas las cartas, guardándose un par de inesperados ases para un fin de fiesta cuyo propósito final no es otro que dinamitar parte del statu quo actual para retornar a un estadio anterior. Lejos de llevarnos las manos a la cabeza por el enésimo retorno al «como han sido siempre las cosas», Slott siempre se ha mostrado interesado en recuperar dinámicas y situaciones clásicas para Los 4 Fantásticos. Ahí está la involución de Muerte, quien en su día llegó a coquetear con el heroismo como Iron Man.

En este sentido, La guerra de cuentas ha sido una forma de acelerar el proceso y de devolver a su sitio aspectos que para él son capitales en el imaginario fantástico. Aunque, eso sí, dándoles un pequeño giro de tuerca para que la impresión general no sea la de haber dado dos pasos atrás, sino un pasito hacia delante. Slott prepara el terreno para que quien le sustituya no deba enfrentarse a demasiadas deudas.

En lo que respecta al funcionamiento de estos dos últimos capítulos del arco argumental, la densidad vista en anteriores números se relaja bastante. Ya está casi todo explicado y en esta recta final Slott se dedica a explorar y explotar las consecuencias. Con un planteamiento más o menos coral (aunque con Reed como cabeza pensante [nunca mejor dicho]), el guionista se detiene en todos los frentes que ha ido abriendo desde que arrancara la saga, dándole su viñeta de gloria a todos los personajes con una mínima relevancia en los acontecimientos: desde Muerte y sus maquinaciones, a Sota de Corazones y su esquiva suerte habitual. Todo con un ritmo muy agradecido, en el que el dinamismo de los acontecimientos diluyen la posible pesadez del cambio de dibujante (cuatro en solo dos números).

A falta del epílogo de su etapa, Dan Slott ha conseguido lo que hace mucho parecía improbable: Devolver a Los 4 Fantásticos a su posición de privilegio dentro del Universo Marvel. Y que siga así por muchos años.