«He oído hablar de ti. ¡Eres el chico Venom!«
Pues nada. Llegamos al final del crossover de Matanza Absoluta en mitad del confinamiento (¿os dio tiempo a comprar este número o lo estáis esperando para cuando nos dejen salir de nuevo a la calle?) con con su fin, se supone, Marvel pone el tema de los grandes eventos editoriales en stand-by hasta nueva orden. O hasta que las ventas lo pidan. O hasta que cambie el director editorial de nuevo. O hasta que encuentren una excusa lo suficientemente buena como para volver a colarnos una historia central y veintitantos tie-ins en el resto de colecciones de la Casa de las Ideas.
Mientras que ese inevitable día llega, Donny Cates nos ofrece un cierre muy divertido para un evento que, agrupado en tres grapas por la gente de Panini, se ha leído muy rápido y no ha llegado a cansar. No hace falta leer nada antes de llegar a esta tercera entrega, no hay líos con otras colecciones esta vez, y simplemente nos lanzamos a por el desenlace de la historia del enfrentamiento definitivo entre Eddie Brock, Cletus Kasady y sus respectivos simbiontes. Nos encontramos ante un número que se lee muy rápido, en el que todos los héroes que se han reunido alrededor de Veneno tienen su momento de gloria y del que Brock sale con importantes power-ups y nuevas tramas para la serie que escribe este mismo guionista.
«¿Sabes qué? ¡Odio toda esta $%&@ simbionte!«
¡Y menudas tramas! El evento termina en un salvaje ‘continuará’ que nos emplaza a seguir leyendo Veneno si queremos saber cómo termina la historia sobre el dios de los simbiontes. Y no sólo eso, sino que Cates, que ya tuvo la osadía y la interesante idea de hacer de Eddie padre de un crío, convierte ahora a éste en un personaje con un trasfondo mucho más complejo de lo que cualquiera nos habríamos podido esperar y (¡gracias Donny!) permite a Eddie conservarlo lo suficiente como para desarrollar nuevas tramas y sinergías con su retoño. Continuando con el símil que saqué el mes pasado con la Guerra de los Reinos, si el crossover de Jason Aaron sirvió para que éste pudiera despedirse de su serie de una manera digna, Matanza Absoluta se convierte en la bisagra que el guionista de Veneno necesitaba para hacer pivotar la vida de Eddie Brock hacia nuevos desafíos y nuevas historias. No en vano Cates es uno de los guionistas más cotizados de Marvel en la época actual.
Me chirría tan sólo la manera en que Eddie accede a sus ‘mejoras’. Quizás algún/a entendido/a en temas simbióticos pueda corregirme, pero que tras el evento dramático que despoja a nuestro protagonista de su traje vivo (primero saltando al Inmortal Hulk y [SPOILER] después uniéndose a Matanza) todo vuelva a la ‘normalidad’ al bañarse Eddie en una sopa de simbiontes (por llamarlo de alguna forma) de rechina cosa mala. Pensaba, desde que leí a los Guardianes de la Galaxia de Brian Michael Bendis, que los simbiontes terrestres eran algo más independientes, no una mera segunda piel para sus portadores (de ahí las reflexiones que esta colección ha tenido siempre acerca de la esquizofrenia), pero lo que propone Cates parece echar por tierra mis ideas preconcebidas. Más aún, si el Hacedor estaba extrayendo material genético y nada más, ¿de dónde sale todo el pringue alienígena que Brock utiliza en su favor? Quiero creer que todo quedará convenientemente explicado en la cabecera regular del personaje. Porque, si no, el final de este crossover y lo que le siga tendrán unos bonitos cimientos de barro.
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