«Buscar la verdad no es tortura«

Segundo número, de cinco, y la historia de El Juicio de Magneto ya experimenta su primer giro loco de guión. Parece ser que la intención de Leah Williams es sembrar su relato de interrogantes a la vez que va poniendo señales de stop ante cada uno de los desvíos que nos llevan en dirección a una de las historias clásicas en torno a una premisa similar a la que nos ocupa en esta ocasión. ¿Que lo normal sería que llegaran los Vengadores y se liaran a bofetadas con los mutantes? Pues va la guionista y los lleva a Krakoa en misión de paz y concordia. ¿Que el Pietro de siempre emprendería una carrera en solitario para hacer pagar a todo el mundo por su pérdida? Pues nada, que le toca llorar y apoyarse en sus amigos. ¿Que lo habitual sería tener a un montón de gente llorando alrededor del cuerpo sin vida de la Bruja Escarlata? Pues… Bueno, lo mejor será que os leáis este número. Pero la idea queda clara: si nada ha de ser lo que parece, entonces nada ha de ser como uno se espera.

Además, el hecho de que la trama haya dado ya este primer volantazo nos indica que Williams tiene mucho que contar y que los cinco números de la miniserie le van a dar justito para lo que ha venido a narrar. Si esta es la manera (o no) de traer de vuelta a Wanda y a Pietro a las filas de los mutantes es algo que ya veremos en el futuro, pero lo que sí que es cierto es que hay muchas cosas que contar y mucha tela por cortar en la vida de estos personajes (y en la del propio Magneto) desde que la Casa de las Ideas decidió separar sus árboles genealógicos y genéticos. En este sentido, y pese a todo lo que ha pasado, estas dos primeras entregas no son más que una suculenta introducción en la que, bien mirado, apenas nada ocurre (una heroína muere y acontecimientos extraños comienzan a pasar en torno a su deceso).

«Expulsad a los Vengadores y nadie saldrá herido«

La llegada de los Vengadores a la cabecera nos indica que han de confluir los dos mundos que han definido siempre a la que es considerada como una de las ‘mutantes’ más poderosas del planeta (y, si no, echadle un vistazo a su serie en Disney+ o, mejor aún, leeros la saga de Dinastía de M en la que la producción audiovisual se basa). Los hombres y mujeres X han sido siempre parte de los orígenes de la Bruja Escarlata y una suerte de familia a la que regresar de cuando en cuando, mientras que Los Vengadores representan su vida adulta, la familia a la que se elige y la cuna donde esta mujer comenzó a entender lo que era el amor. El amor como siempre lo ha defendido Marvel, plural hasta el punto en que una mutante y un ser a medio camino entre el humano y la máquina eran capaces de enamorarse y poderoso hasta el límite de que de tal unión pudieran surgir dos hijos como Wiccan y Veloz.

Patrulla-X: El Juicio de Magneto #2

Veloz que, por cierto, protagoniza junto con Prodigio una entrega más del Marvel’s Voices que Panini ha decidido desperdigar a lo largo y ancho de un buen puñado de cabeceras marvelitas. Como no podía ser de otra forma, es Kieron Gillen quien escribe una historia que ahonda en la bisexualidad de estos dos mutantes y en el distinto modo en el que cada uno de ellos descubrió esa parte de ellos mismos. Digo que no podía ser de otra forma porque fue el propio Gillen quien, hace unos años, puso sobre la mesa la condición sexual de David Alleyne como una consecuencia casi directa de sus propios poderes mutantes en la genial, aunque breve, etapa que escribió sobre los Jóvenes Vengadores. Ahora el guionista ahonda un poco más en ese porqué que une sus poderes con su orientación sexual y la historia resultante resulta mucho más orgánica, creíble  e interesante que cuando fue contada por vez primera.