«¿Acaso has visto el fantasma de mi hermana?«
Hablábamos hace unos meses (Panini ha dejado pasar tres entre el anterior tomo y éste) sobre la conveniencia de este nuevo arco que ya dio comienzo en Rurouni Kenshin: La Epopeya del Guerrero Samurai #9 y que sigue en el que hoy tenemos en nuestras manos. Como ya dije, la historia como tal, la trama más importante para este manga, ha sido la que ha tenido como villano principal a Makoto Shishio. Sin embargo, esta que ahora vemos desarrollarse no sólo permite que el amplio elenco de personajes de la obra siga creciendo, sino que contiene el regalo que vemos en esta entrega de una ventana fabulosa al pasado del protagonista del manga de Nobuhiro Watsuki que Panini está recopilando en estos tomos tan chulos (aún quedan otros cuatro, así que paciencia).
Durante gran parte de la historia Watsuki nos ha venido contando que Kenshin porta una pesada carga: la de los centenares de soldados y civiles que asesinó durante su época como Battôsai. Sin embargo, de este pasado sólo hemos sido testigos de breves flashes que servían para poner en contexto a tal o cual personaje dentro de cada arco argumental. Ahora, con la aparición de Enishi y su guerra declarada contra todo lo que haya sido ‘contaminado’ por la presencia de nuestro samurái preferido, surge una nueva oportunidad de conocer, por fin, cómo fue ese pasado del que el protagonista reniega de primera mano, es decir, relatado directamente por el propio personaje principal de este shonen.
«Todo está bien… No llores, por favor…«
Queda así englobada en este décimo tomo de la colección la trágica historia de cómo un niño huyó de su maestro y fue utilizado por el ejército revolucionario para hacer todos los trabajos sucios que jamás deben salir en los libros de historia y de cómo ese niño, cuando acababa de convertirse en hombre, se casó con una mujer cuya muerte (a sus manos) lo marcaría de por vida. Watsuki convierte a este tomo en el menos humorístico de toda la colección (aunque tiene algún que otro chascarrillo de cuando en cuando) y en el más salvaje y violento, rozando en ocasiones lo que en la época en la que esta obra fue publicada se habría considerado como material para un seinen. Pero es que debía ser así, el mangaka logra, con este cambio de tono, transmitirnos la gravedad de lo que se nos está contando y, al tiempo, nos hace entender mucho mejor al personaje protagonista de la obra. Hasta el punto que puede que nos entren ganas de una relectura de ciertos pasajes ahora que contamos con esta información extra sobre Kenshin.
La trama de Enishi continuará como tal en el próximo tomo, ya que éste queda completamente dedicado al pasado de Kenshin y todavía es posible que la historia sobre aquella época de su vida se alargue un poquito más. Lo que ya nos queda mucho más claro es la necesidad de contar un una continuación de la serie hacia estos capítulos: los lectores nos merecíamos saber algo más sobre el Hitokiri Battôsai. Panini, sin embargo (y me vais a permitir el tirón de orejas) se ha limitado a limpiar la edición original y a reutilizar traducciones, lo cual nos lleva a perdernos algún giro que el autor de este manga nos había preparado, que ya perdimos con la edición de Glénat y que ahora volvemos a no captar.
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