«Lo único que os espera es… ¡¡La muerte!!«

Me gusta de este octavo tomo de la actual reedición de Kenshin que está realizando Panini que, dentro de todas las locuras que le vemos hacer con una espada, nuestro protagonista demuestra seguir siendo un humano con sus límites y debilidades al llegar el momento de enfrentarse con Makoto Shishio. Para llegar a este combate el Guerrero Samurai del título ha viajado a pie hasta Kioto, se ha enfrentado con varios de los Diez Espadas y, de hecho, ha resultado herido de gravedad en sus recientes combates contra Aoshi y Sõjiro. Cuando llega el momento de enfrentarse al líder de los golpistas, Kenshin lo hace debilitado por la pérdida de sangre y los continuos combates, lo cual no deja de ser curioso cuando se supone que Shishio buscaba confrontar sus respectivas capacidades.

Sea como fuere, me agrada que el protagonista de un cómic que va a cumplir los treinta años en abril se apoye en sus aliados para poder enfrentarse en condiciones a su mayor adversario. Es algo que en los mangas de hoy damos mucho más por sentado (ya lo comenté con los casos de My Hero Academia o Guardianes de la Noche), pero que no era tan común a finales del siglo pasado. Como tampoco era tan común tener un villano para cada personaje (o grupo de personajes) secundario. Esto permite no sólo hacer más realista la trama, sino que redunda en un mayor crecimiento personal de cada uno de los amigos y conocidos del personaje protagonista. En el número anterior ya vimos como Yahiko daba buena cuenta del enemigo que tenía delante y en esta octava entrega nos encontramos con un rival a la altura de Misao y Tomoe al que le sigue uno que les queda muy por encima (en todos los sentidos). Pruebas todas ellas para que los personajes del aprendiz, el interés amoroso y… ¿la ninja? puedan seguir progresando.

«El fuerte vive, mientras que el débil muere«

De igual manera, Nobuhiro Watsuki se preocupa de dotar a gran parte de los enemigos de una historia y un pasado que añadan un par de capas de profundidad a tales personajes y nos permitan comprender un poco mejor qué es lo que les mueve y por qué están en el bando de quienes quieren acabar con la apertura de Japón a Occidente. Merece la pena, aunque alargue la trama, porque enriquece a lo que se nos está contando y, llegado el caso, permite el regreso ‘al bando correcto’ de todos estos díscolos espadachines (aunque en este caso yo hablaría más de una rendición con carácter de ‘lección aprendida’). Quizás sean estos modernos detalles los que hayan convertido a Rurouni Kenshin: La Epopeya del Guerrero Samurai en un clásico a la altura de Dragon Ball o de One Piece. Al igual que su personaje protagonista, la serie de Kenshin supo mirar hacia delante y ofrecer algo distinto a lo que se vendía bien en esa época.

Rurouni Kenshin: La Epopeya del Guerrero Samurai #8

La principal saga de Rurouni Kenshin: La Epopeya del Guerrero Samurai llegará a su final en el próximo tomo y ya veremos a partir de ahí cómo se las apaña esta serie para mantener el interés de los lectores. Hasta aquí nos hemos reencontrado con un shonen moderno para su tiempo que supo ir más allá y que sentó parte de las bases de lo que es  día de hoy el manga para adolescentes (y no tan adolescentes). Está claro que contiene personajes y roles que hoy ya no se contemplan en el manga, pero también supo apostar por inbgredientes sin los que hoy no se sabría cocinar una buena historia.