«De todas las reuniones familiares que imaginaba, ésta no la vi venir…«
Importante este quinto y último número de Siempre Patrulla-X. Y con dos tramas paralelas muy definidas e interesantes (cada una en un aspecto determinado). Por un lado, y como reza la frase que precede a este párrafo, tenemos una reunión familiar que pocos nos podíamos esperar cuando comenzó todo este jaleo con los mutantes y su propia nación. Y es que en la serie de series que llevó por nombre Caída de X descubrimos uno de los secretos mejor guardados de la Casa de las Ideas, que Kurt Wagner, el Rondador Nocturno, es hijo de Mística (eso ya lo sabíamos) y Destino, pero que la menos cianótica de sus madres había obligado a Xavier a borrar de su mente cualquier rastro de recuerdo acerca de su propia maternidad y del cariño que supuestamente pudiera profesar por el pobre diablillo azulado.
Así pues, una de las dos mitades en que podríamos dividir a este cómic se centra en la cruzada de una familia por volver a reunirse, por recuperar los recuerdos de la fuente de muchos de los males actuales (y futuros) de la raza mutante: el profesor X. Dos de las mujeres más peligrosas de entre los mutantes y uno de los hombres X más queridos por el público se embarcan en una misión casi imposible cuyas consecuencias van mucho más allá de lo que leamos en las próximas semanas al afectar de pleno en la vida de tres personajes con distinto grado de protagonismo en el histórico de las series mutantes (sólo uno de ellos se perfila como parte de las tres principales cabeceras que se nos avecinan, pero es seguramente el que más tenga que digerir de todo esto).
«Déjate de tonterías edípicas«
Dejando los líos familiares de lado (Panini también publica este mes un cómic sobre la boda entre Mística y Destino que se supone que ahonda en el tema), la otra trama que desarrolla esta última doble ración de Siempre Patrulla-X afecta directamente al desarrollo de la historia de Caída de X, revela también temas familiares y mezcla temas que ya conocíamos con argumentos nuevos y saltos temporales: ¿alguien quiere más? Me refiero, como no, al regreso del Fénix y a la carrera contrarreloj (y nunca mejor dicho) para lograr que éste pueda estar a punto para darle la sorpresa a Enigma y desbaratar así los planes de futuro de los androides sublevados de Orchis. Toda una locura que no veremos desarrollarse del todo hasta que no leamos la última entrega de Ascensión de Potencias de X, pero que nos sirve para recuperar a la valiente y sufrida madre de Hope y para explicar en gran medida los rasgos ‘Grey’ que siempre la han identificado.
Resumiendo, tenemos entre manos uno de los números más potentes y completos de los que han compuesto las tres cabeceras de acompañamiento a la Caída de X. Pasan muchas cosas y casi todas parecen ir a tener ramificaciones mucho más allá de la trama actual y deberán ser tratadas por los guionistas e ilustradores que vengan a continuación. Este cómic es como ha sido toda la Era de Krakoa: imperfecto, pero con la capacidad innegable para mantener enganchados a miles de lectores por todo el globo.
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