V. X. E.: El Día del Juicio #3

V. X. E. El Día del Juicio #3: Indignos

V. X. E.: El Día del Juicio #3«Si no creemos que el amor puede ganar, ¿qué sentido tiene?«

 

He de comenzar la reseña de este tercer número de El Día del Juicio avisando de que, contrariamente a lo que suelo intentar, aquí voy a soltar spoilers como trasatlánticos. Los sucesos que acontecen en esta tercera doble grapa del evento marvelita que escribe Kieron Gillen y publica en nuestro país Panini bien merecen un análisis profundo y esperar a la siguiente entrega puede llevar acompañado que nuevos sucesos me impidan reflexionar sobre el principal que define a esta gruesa grapa. Y es que, aunque en portada veamos como el Progenitor aún duda sobre el veredicto final que merecen la Tierra y quienes vivimos en ella y toda la primera mitad de este número parece centrada en analizar las opciones de aprobado de un buen puñado de héroes y de gente anónima (mucho ojo, que no he mencionado a los villanos) lo único cierto es que al final de este número el pulgar del nuevo dios de los Eternos apunta hacia abajo y todos estamos condenados.

 

¿Qué quiere decir Gillen con esto? Entiendo que dos cosas: por un lado está el tema de que por mucho que una gran parte de nosotros nos queramos mucho entre nosotros y tratemos a nuestro planeta con respeto. Por más que los que obramos así seamos más que los que obran al contrario, todo está perdido para todos mientras que la inmensa mayoría de los humanos sean de los que se dejan conducir como borregos, de los que viven al día sin pensar demasiado en las consecuencias de sus actos, no ya a nivel de toda la sociedad, sino al nivel de sus propias familias o de las relaciones con la gente que les sea más cercana. Este individualismo, este vivir en la sociedad, pero autoexcluidos de la misma, es lo que en definitiva nos está condenando como especie más allá del mundo de los cómics. Y es importante notar que el día en que todo esto explote, dará igual lo buenos que hayamos sido, las malas acciones de unos y la inacción del resto pesarán sobre las cabezas de todos.

 

«Detesto ser el estadounidense del equipo, pero ¿no podemos darle una paliza?«

 

El otro mensaje que detecto en este capítulo es el de que resulta muy fácil juzgar en base a lo que uno ve en un momento concreto del tiempo, sin abrir la mente a lo que significa cada individuo para el colectivo y cada colectivo para la sociedad en su conjunto. El Progenitor se limita a pasearse por las vidas de una variada muestra de personajes juzgando la capacidad de cada uno para ser fiel a sus propios principios y ayudar al resto en caso de necesidad. En base a esto obtiene una fotografía parcial de la humanidad en su conjunto, pero no compara con cómo era la misma humanidad en otras épocas o en otros momentos, con lo que se pierde un dato importantísimo: la capacidad de mejorar, de aprender y seguir creciendo. Vivimos en un mundo que ya no permite (en gran parte de su superficie) la explotación infantil o el esclavismo. Algo hemos mejorado en los últimos doscientos años.

 

V. X. E.: El Día del Juicio #3

V. X. E.: El Día del Juicio #3

 

Para rematar, y ya más centrados en lo que es el cómic en sí, Gillen se reserva tres bombazos que, entiendo, cuentan con el beneplácito de la gente que importa dentro de la Casa de las Ideas. Por un lado se nos presenta un nuevo Eterno Supremo que, intuyo, va a marcar la dirección que tome la colección de Gillen a partir de que este evento acabe. Por otra parte, los mutantes ganan un status con respecto a los Eternos que cambia muchas de las maneras de funcionar entre estas dos especies, esto va a traer consecuencias entre ambos bandos, aunque aún es pronto para analizarlas. Por último (y no menos importante) los protocolos de resurrección se abren a cualquier hijo de vecino y esto me provoca una gran pregunta: ¿tienen los mutantes una copia en su biblioteca de ADN del código genético de cada persona sobre la faz de la Tierra? ¿Hasta  qué punto esto no es terrorífico?

Acerca de RJ Prous

Avatar de RJ Prous

En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

Deja un comentario:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos relacionados