Ya echábamos de menos a nuestros supervivientes al apocalipsis zombi favoritos. Akira y compañía vuelven a las andadas en dos tomos que demuestran que la colección publicada por Panini Manga tiene carrete para rato. Haro Aso y Kotaro Takata continúan sacando ideas nuevas y tremendamente alocadas que insuflan de vitalidad a una Japón rendida a nuestros protagonistas.

«Os vendría bien tomaros un respiro de vez en cuando«

A estas alturas, salvo giro de los acontecimientos, es difícil no imaginar cuál va a ser la dinámica de los tomos que vayan cayendo en nuestras manos. Sin un objetivo tangible de fondo (más allá de la idea difusa de encontrar por pura suerte una vacuna para el virus zombi), Zom 100 no tiene más razón de ser que la de relatar las vivencias de un grupo de amigos en medio del apocalipsis. Y no está mal. Al contrario. Lecturas livianas y sin pretensiones son siempre bienvenidas.

Pero no quiere decir tampoco que los autores no busquen nada más. De hecho, como hemos podido ver en anteriores entregas (y en las que nos ocupan ahora), el guion de Haro Aso no pierde nunca la oportunidad de reflexionar acerca de determinados comportamientos y actitudes que tenemos como sociedad. Quizás no profundice tanto como podría (no olvidemos que Zom 100 es ante todo una aventura de corte cómico), pero siempre deja interesantes preguntas que nos hacen pensar. Bajo su aparente ligereza de tono, Zom 100 es una lectura que constantemente plantea pertinentes cuestiones sobre cómo abordamos nuestras vidas.

Zom 100 #8 tiene un carácter más episódico, contando en su interior con tres aventuras completas. Mientras, la novena entrega de la serie afronta una trama más larga que promete extenderse hasta el décimo volumen y que va en la línea que hemos descrito a través del siempre peliagudo tema del dinero y la riqueza. Y es que con nuestros protagonistas haciendo una parada en Osaka, descubren que los supervivientes de la ciudad mantienen una relativa normalidad pre-catástrofe zombi a través del mercado y el trabajo. El mundo se ha ido al garete y ellos siguen preocupados por ganar dinero.

Obligados por las circunstancias, Akira y compañía se meten de lleno en la dinámica de la ciudad y, además de dejarse cegar por la promesa de riqueza, siguen cumpliendo metas de su lista de cosas que hacer antes de convertirse en zombis. Así, entre carcajada y carcajada ante los disparatos planes de nuestros héroes, los autores dejan caer evidentes críticas al capitalismo y a cómo nos relacionamos entre nosotros cuando hay riquezas de por medio.

En cuanto al octavo volumen, este va en la línea predilecta de la obra, que no es otra que la de aprovechar el momento y perseguir los sueños… aunque estos sean tan descabellados -en un mundo zombi- como pasarse un día sin hacer nada o tener nuestro propio dinosaurio. Este tomo centra su atención en no perder esa ilusión infantil que en algún momento nos ha movido a todos por realizar algún sueño y en saber tomarse un respiro cuando lo necesitamos.

Zom 100 es una lectura que mira la vida con optimismo y sabe trasladar dicha sensación a quien se acerca a ella. ¿Tienes un mal día? Akira y compañía sabrán como arrancarte una sonrisa.