Se nota que la edición española de Zom 100 (publicada por Panini Manga) está más o menos cerca en el tiempo de la edición original nipona porque hace ya siete meses del lanzamiento (y reseña) del anterior tomo. Y si en aquel eramos testigos de todo un homenaje al slasher y sus modos, aparcando momentáneamente el desarrollo de la trama principal, en este descubrimos que ni siquiera en el espacio estamos a salvo de las hordas zombi.
«¿¡De verdad vamos a ir al espacio!?«
Porque sí, este volumen #17 inicia una saga titulada «Espacio de los muertos» y de la que la portada del mismo deja patente el destino de Akira y amigos. Los protagonistas con monos de entrenamiento, un cohete en posición de despegue y la frase (que traducimos) «Es mejor ser comido por los zombis si no podemos ir al espacio«… ¿hacen falta más señales?
De nuevo tenemos a toda la troupe reunida viajando por Japón y cumpliendo objetivos de la lista (que ya cuenta con 94 de las 100 cosas). Es en estas cuando encuentran todo un centro espacial que se está preparando para lanzar un cohete. ¿Por qué? Como todo en Zom 100, ¿y por qué no? Nuestro dicharachero grupo pronto hace buenas migas con el director del centro espacial y consiguen sus billetes para viajar al espacio. Pero claro, estamos en mitad de un apocalipsis zombi, por más que a Akira parezca que se le olvida de cuanto en cuando, y los problemas no tardan en llegar.
La mecánica de la aventura en curso sigue el mismo esquema de otras precedentes en las que Akira se encuentra con alguien igual de entusiasta que él y con el arrojo (o la inconsciencia) de luchar por sus sueños aún cuando el mundo se ha ido al garete. Así, es fácil predecir giros e hitos en el argumento. Alguna que otra solución también se repite respecto a aventuras anteriores, pero la gracia está en que los personajes son conscientes de ello. Esto, sin embargo, no mitiga la sensación de que o Zom 100 pone rumbo a su desenlace o más pronto que tarde la repetición de situaciones dejará de ser una anécdota para convertirse en la norma.
Dada la revelación que nos encontramos casi al final del volumen nos inclinamos a pensar que Haro Aso y Kotaro Takata se han dado cuenta del peligro y ya están preparando el terreno para el desenlace de una obra que sigue deparándonos emoción y carcajadas a cada momento.
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