Zom 100

Zom 100 #10-11: Inconsciencia colectiva

Ojalá, de haber un apocalipsis, se parezca al presentado por Zom 100; al menos en lo que a la actitud de vida de los personajes se refiere. La serie de Haro Aso y Kotaro Takata publicada por Panini Manga nos sigue mostrando la cara más «amable» del fin del mundo. Casi parece que la llegada de los zombis ha propiciado que Akira y sus amigos se embarquen en unas vacaciones permanentes.

 

«Este será nuestro último sutra. ¿Cómo os sentís?«

 

Lo llamativo es que a medida que avanza la serie, el comportamiento despreocupado de nuestros protagonistas ha dejado de parecernos una excepción para convertirse en la norma. El pensamiento positivo ante la adversidad se ha convertido en una constante en Zom 100… o más bien el comportamiento inconsciente.

 

Zom 100

 

En honor a la verdad, aunque Akira y compañía parten con la máxima de cumplir esos sueños y deseos largamente postergados por la dinámica de la vida diaria si han de arrimar el hombro, lo hacen. Cumplir sus metas personales no les supone excusa alguna cuando se encuentran con alguien que necesita su ayuda. Y, no menos importante, están siempre ojo avizor a dar con alguna pista de cara conseguir una posible cura.

 

Lo divertido de esta segunda etapa de Zom 100 (la primera habría acabado tras el reencuentro de Akira con sus padres, el que fuera su primer gran objetivo) es que muchos de los personajes con los que tienden a cruzarse en su viaje parecen vivir ajenos a la peligrosísima realidad en la que viven, o al menos intentan olvidarla de las formas más variadas e inesperadas posibles. Ahí están el casino en el que arranca el tomo #10 (que viene de una trama iniciada en el anterior volumen) o el crucero de lujo que ocupa buena parte del tomo #11.

 

Obviamente no todo son risas y juegos, aunque pueda parecerlo cuando vemos a Bea convencer al grupo de hacerse la versión nipona del camino de Santiago. Y aquí, en esta aventura (que abarca los tomos #10-11), Takata y Aso nos recuerdan que en el fin del mundo los zombis, quizás, no son el mayor peligro. Igual que las ganas de vivir, de experimentar y de pasarlo bien no se hunden ante la amenaza zombi, tampoco lo hacen la mezquindad, el egoísmo o la violencia gratuita. Mal que nos pese y nos cueste entenderlo, el hombre siempre será un lobo para el hombre.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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