El mundo de las licencias es muy complicado. Si echamos un vistazo rápido a algunos de los clásicos de la cultura popular que han trascendido la pantalla y han cobrado nueva vida en las viñetas (ya sea con adaptaciones de sus historias o a través de secuelas y spinoffs que expanden su mitología) son más las veces las que nos llevamos las manos a la cabeza que las que no conseguimos despegarlas del libro en cuestión. Y en el vasto universo de Star Wars siempre ha habido cabida para unas y para otras, dando mejores réditos las historias que partían de conceptos originales que las que adaptaban las películas.
Con el cambio de canon tras la adquisición de Lucasfilm por parte de Disney hemos tenido de todo. Desde interesantes proyectos como Star Wars o la miniserie Lando, a la broma de Capitana Phasma o la insustancialidad de la adaptación del Episodio VII. Teniendo en cuenta sobre todo este último precedente, eran bastantes las dudas que tenía en torno a Rogue One. El miedo a que fuera otro calco de la película a la que referenciara estaba bien fundado, pero el trabajo de Jody Houser las disipó pasadas solo las primeras páginas.
Si recordáis la película, conocíamos a Jyn Erso bien pequeñita, para luego pasar a Cassian y a la propia Jyn ya adulta librando sus batallas contra el Imperio. La cinta de Gareth Edwards seguía una estructura lineal de la narración. Houser, sin embargo, apuesta por plagar la historia de flashbacks y vistazos al pasado de los personajes logrando que la historia cobre un nuevo impulso. Esta forma de salpicar la acción con el pasado (incluyendo no solo la secuencia que servía de prólogo en la película, sino añadiendo otros paisajes, como la infancia de Jyn junto a Shaw Guerrera) consigue que empaticemos mucho mejor con los personajes y que, a diferencia de lo que acontecía en el film, Jyn no se diluya tanto en la segunda parte de historia y conserve su carácter protagónico.
Houser se toma la licencia de añadir información a la ya conocida por la película, haciendo frente así a la obligada condensación en el trabajo de traslación de la pantalla a las viñetas. Estas escenas de más sirven no solo para conocer mejor a los personajes (como ya he señalado respecto a los flashbacks), sino que tienen la función de hilar el relato, de evitar que haya cortes bruscos entre escenas o que se pierda información. Y a pesar de todo es una adaptación sumamente fiel a su referente cinematográfico, con bastantes aciertos, pero también errores. Los momentos más icónicos (como el despliegue de fuerza de Darth Vader) tienen un enorme impacto, mientras que otros (como la sustracción de los planos de la Estrella de la Muerte por parte de Jyn y Cassian) no terminan de funcionar del todo.
Tanto si sois fans de la película en que se basa el cómic como si os acercáis al relato de Rogue One a través de este formato, es una buena opción.
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