Entre acreditaciones, llegadas de famosos, gente comprando entradas, largas colas y ruedas de prensa, se vive desde dentro la 64º edición del Festival de Cine de San Sebastián. Gente de prensa, el jurado joven y los trabajadores llenan el Kurssal, que recibe cada día a miles de espectadores que se agolpan para disfrutar de películas de todo tipo y para todos los gustos. Repasamos cuáles han sido las primeras películas que hemos podido disfrutar en el certamen.

La doctora de Brest de Emmanuelle Bercot

La doctora de Brest nos cuenta la historia real de una médica francesa que destapó la peligrosidad de un fármaco, cuyos efectos secundarios estaban provocando muertes por problemas cardiovasculares. Dirigida por Emmanuelle Bercot, protagonista de la histriónica Mi amor, consigue un resultado bastante discutible. El principal problema de la cinta reside en que un guion que no está lo suficientemente bien llevado como para captar la atención y generar interés en un espectador que se terminará aburriendo. Junto a esto, importantes fallos de montaje y uso de la banda sonora (que pretenden ser innovadores) torpe, y no se sabe si uno está viendo la obra en cuestión o un episodio de C.S.I. A favor podemos hablar de la interpretación de la protagonista, Sidse Babett Knudsen, quien, pese al histerismo de su personaje, deslumbra en todo momento, tiene mucho gancho y es deseada por la cámara.

Toni Erdmann de Maren Ade

Ganadora del Premio FIPRESCI a la mejor película del año y no me extraña lo más mínimo. Una comedia alemana, de casi tres horas de duración, que se sostiene sobre una pregunta tan simple como: ¿Eres feliz? Si tuviese que definir esta joya en una palabra sería: absorbente, puesto que desde que te sientas en la butaca no te deja parpadear. Lo mejor de la cinta es como puede ser tan divertida, tiene la mejor escena de desnudo que se verá en mucho tiempo, tratando un tema tan triste, pero al valorarla como conjunto nos damos cuenta de lo tierna y estremecedora que es. El guion de la propia directora, Maren Ade, está compuesto por un cúmulo de frases y situaciones inteligentes, donde todo está equilibradísimo y no sobra ni falta nada; sus dos protagonistas Sandra Hüller y Peter Simonischek entienden, y adoran, a sus personajes, y eso aporta a la cinta más sensibilidad, filosofía y profundidad.

Neruda de Pablo Larraín

Pablo Larraín sorprendía hace ya un año con El club, una película compleja, siniestra y hermosa. Esta temporada prueba suerte con dos biopics: el primero, dedicado al poeta Pablo Neruda y Jackie, dedicado a la esposa de John F. Kennedy, aún por estrenar. Quizá sea erróneo denominarlo biopic, porque lo que hace este hombre es algo completamente innovador, una ruptura de los esquemas tradicionales del género y acaba creando una obra neo-noir en toda regla. El boom literario lationamericano trajo consigo lo que hoy conocemos como realismo mágico: ese exotismo y misterio no se ha dejado ver solo en la literatura si no en todas las artes, y entre ellas el cine; Neruda no olvida esta tradición y se deja llevar por ese universo, creando una atmósfera oscura y turbia, pero energética y preciosa.

Neruda destaca por su minuciosa dirección, un impecable uso del 2:35 y una dirección de actores excepcional, el protagonista Luis Gnecco está bien, pero lo de Gael García Bernal interpretando al detective no tiene nombre. Una muestra más que estamos delante de un genio, alguien que dará de hablar en los años venideros.

La tortuga roja, de Michael Dudok

Coproducida entre Francia y el estudio Ghibli, La tortuga roja cuenta el intento de supervivencia de un náufrago en una isla desierta. Alimentándose de onomatopeyas y sin una sola línea de diálogo Michael Dudok de Wit compone una preciosa oda a la vida, una película con una fuerte carga creacionista y con una atípica, pero certera, visión del amor. Es una película que se disfruta mucho, pero conforme pasa el tiempo se acaba olvidando.