Está visto que el apellido Whedon es sinónimo de buen hacer. Si Joss nos ha enseñado cómo trasladar la cultura del crossover superheroico a la gran pantalla y convertirlo en ingentes cantidades de dólares, Zack les ha explicado a los sucesores de James Cameron, cómo hacer una secuela de Terminator.
Junto al dibujante Andy MacDonald, el guionista teje una historia que se sitúa entre las dos primeras películas, con lo que el riesgo es máximo. Si sale mal será un chiste de historieta, si sale bien tendrá el cielo del fandom ganado. Whedon logra una jugada perfecta y no solo construye una secuela digna de la franquicia, sino que es completamente fiel a la misma.
Para ello, el cómic coge al mismo protagonista del primer film, Kyle Reese (con permiso de Sarah Connor), y traslada la acción al año 2029, antes de su viaje al pasado. Allí hace un descubrimiento que cambiará el objetivo de su misión, una revelación que podría significar el fin de Skynet antes de su nacimiento. Nuestro héroe se traslada en el tiempo y comienza una aventura en la que, como en el film de Colin Trevorrow, nada es igual a como lo recordábamos.
La historia se divide en dos tiempos, 2029 y 1984, tal como adelanta el título de la misma. La primera parte (tomando los films como referencia) podría asemejarse a Terminator: Salvation, ya que explora el mundo post-apocalíptico en el John Connor es el líder de la Resistencia. Whedon explora aquí el desesperado mundo que nos espera en el futuro y presenta a los principales actores de la historia, dejando para la segunda parte del relato una trama más acorde con los tres primeros films: a un Terminator persiguiendo sin descanso a sus objetivos humanos.
El cómic tiene todo lo que podríamos esperar de una secuela: personajes carismáticos, giros sorprendentes de guion (pero bien justificados), acción a raudales y guiños constantes a la iconografía de la saga. Uno de los grandes aciertos de la obra está precisamente ahí, se conoce al dedillo los acontecimientos de las películas a las que hace referencia. A partir de ese conocimiento se permite el lujo de trastocar el canon y jugar con elementos a priori inamovibles para construir su historia y, cuando parece que todo se va a ir de madre (como en las últimas secuelas fílmicas) y va a entrar en paradojas o incongruencias con sus secuelas/precuelas, recoloca las piezas para que el inexorable destino siga su curso.
Si sois de los que habéis salido escaldados no una, ni dos, sino tres veces de la sala de cine esperando una buena continuación de los Terminator de James Cameron, aquí tenéis la respuesta a vuestras plegarias.
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