«Tenía tanto miedo de morir que detuve el tiempo«

Termina una de las muchas miniseries con las que Panini ha regado los meses previos al desembarco de Jonathan Hickman en la franquicia mutante y el inminente anuncio de una nueva serie en solitario para Lobezno con un capítulo que, al parecer de este redactor, flojea al tratar de dar encaje a la historia en un ‘algo’ mucho más grande. Los dos primeros números, convertidos en una suerte de road-movie galáctica de Lobezno y Loki, estuvieron bastante entretenidos, pero este último, que nos sugiere que hay algo verdaderamente grande cociéndose en la Casa de las Ideas con respecto al destino de las Gemas del Infinito, peca de ver como se le agotan las páginas para contar lo ‘que de verdad importa’ de cara a lo que está por venir.

Dicho de otro modo. Asistimos a un final atropellado en el que Héctor Bautista se convierte en el… ¿héroe? que está destinado a ser, logra su uniforme heroico (me iría muy bien que alguien me ilumine sobre la procedencia del mismo, si es que hay algo más que lo que nos muestra Gerry Duggan) y los personajes entonan el ‘adiós muy buenas’ y el ‘si te he visto no me acuerdo’ de camino a sus respectivas nuevas aventuras. Y a los lectores se nos queda un poco cara de ‘En serio, ¿ya?‘ que resulta complicada de digerir. Mucho viaje y mucho chiste para dejarte luego con una revelación que, en el mejor de los casos, comenzará a ser relevante dentro de más de medio año.

«¡Nadie se volverá a meter conmigo!«

También me quedo con la duda de qué está pasando con Logan. Dadas sus apariciones (aquí, en La Imposible Patrulla-X, en las Guerras del Infinito, en la serie que contó su regreso al mundo de los vivos…) me está dando vueltas la cabeza en relación a qué Lobezno estamos viendo en cada momento. Tampoco ayuda la distribución temporal que ha hecho Panini. No es del todo su culpa, pero el hecho de que el número que nos ocupa hoy se localice temporalmente antes de La Guerra de los Reinos y de los sucesos de Patrulla-X Desunida termina de volverme loco a la hora de situar al mutante de las garras de adamántium tras su regreso. Y no le hace ningún bien, además, que ya sepa que está vivo medio universo Marvel. No hemos tenido ninguna recepción sentimental para Logan, cosa que sí vivimos con Jean Grey por ejemplo, y es una auténtica lástima dada la enorme repercusión que tuvo la muerte de este personaje en su momento.

Lobezno: La Guardia del Infinito #3

Comenzó muy bien esta historia y ha terminado pidiendo la hora. Una pena, porque lo cierto es que Duggan había propuesto una pareja y un argumento que invitaban a la comedia. Al final, ni tan siquiera la reacción de Lobezno es natural ante la negativa de Héctor a volver sobre sus pasos (para empezar porque nadie sabe como él lo malo que es eso de deshacer el tiempo y para terminar porque Logan jamás exigiría un sacrificio así a nadie). A Duggan le pilla el toro y nos quedamos con una serie que pudo ser y no fue, apretada por las necesidades editoriales de una Marvel que no le ha dejado desarrollarse como quería.