Cenicienta

Cenicienta: Vuelve el clásico


Érase una vez, dentro de la industria cinematográfica, una moda de hacer remakes de cuentos clásicos versionándolos con actores de carne y hueso. Los productores escogían historias y versionaban a princesas, cazadores o malvadas brujas para acercar a jóvenes y adultos de nuevo a las salas y contemplar la magia renovada.

 

Kenneth Branagh, un maestro en reinterpretar a los grandes como Shakespeare, no se iba a amedrentar en versionar un cuento, por mucho que se trate de la cúspide de los relatos de hadas. Y aquí aparece Cenicienta, el cuento de los cuentos, el más popular y el que más derivados ha tenido en la literatura y más versiones en largometrajes. Desde el clásico de 1950 en dibujos animados hasta nuestros días son muchas las jóvenes que el cine ha convertido en princesas de la noche a la mañana: Eliza Doolittle (Audrey Hepburn) en My fair lady, Vivian (Julia Roberts) en Pretty Woman o la actual Anastasia Steele (Dakota Johnson) en Cincuenta sombras de Grey. El estereotipo se ha ido renovado  pero desgraciadamente posee todavía varios toques sexistas, y por fin la sociedad se da cuenta de que hay que revisar esos valores lanzados. De momento, pasemos a la nueva película.

 

cinderella 2

 

Para ser una cinta fuera de la animación, difícil tarea tenía postproducción para emular la labor de efectos especiales. Estos debían cumplir, ofrecer diversión como los que más. Y lo consiguen. Porque la gente sabe lo que va a suceder, claro. Por eso hay que mostrar las sensaciones en cada parte: la pena por la pérdida de la niña al principio, el despilfarro de las dos hermanastras en su día a día. Y desde luego, los hechizos del hada madrina para convertir la calabaza en carroza y a las alimañas del jardín en servidumbre deben ser fascinantes, igual que cuando le confecciona el vestido a golpe de varita: tiene que encandilar.

 

Branagh no escatima en artificios, vestuario, decorados, maquillaje, palacios, mansiones, carruajes, animalitos y zapatos de cristal. El traspaso a actores mantiene toda el aura mágica, el mismo encanto soñador y todo el sabor dulzón de la original de Disney. La nueva adaptación atrapa desde el inicio y engancha en las partes clave de la historia: esas doce campanadas dan mucha tensión y la vuelta frenética a casa es el episodio cumbre de la película. Las escenas del idilio cumplen, y el sobre exceso de dulzor no molesta. Todos sabemos lo que vamos a ver, así que no nos choca tanto apego en este amor a primera vista.

 

Bien se ha sabido rodear el director inglés de un reparto de ensueño (y no americano) para la fastuosa producción, empezando por “la mala”. Porque no hay madrastra igual. La fuerza de la película reside en la gran dama de la escena actual, Cate Blanchett. Con su presencia llena la pantalla desde el momento en el que aparece, y los planos perfectos bien en la escalera o bien en su presentación le hacen más que justicia.

 

CINDERELLA

 

Los jóvenes enamorados vienen de la pequeña pantalla: Ella ha sido una dama de principios del siglo XX, él ha pertenecido a un clan dentro del mundo imaginario de George R.R. Martin. Lily James (conocida por Downton Abbey) está muy adecuada para el rol, tan dulce y bella como se conoce el personaje. Ha hecho más películas, pero ésta es su entrada por la puerta grande al celuloide. Recién terminada su involucración en Juego de Tronos, Richard Madden sabe sacar su mejor baza para ser el príncipe encantador perfecto.

 

Helena Bonham Carter está un rol que bien agradece (su ex Kenneth parece ver el lado níveo que su ex marido Tim Burton no le extrajo tanto), porque le da el aura de buen rollo que la actriz mantenía guardada. Su hada tiene un rollo rimbombante, pero ahí va, y tan coqueta y extravagante como los roles que siempre ha desempeñado. En la historia se añade importancia a algún nuevo personaje, como el que corre a cargo de Stellan Skarsgård, que es la mano derecha del rey. Las hermanastras están perfectamente llevadas por Holliday Grainger y Sophie McShera.

 

CINDERELLA

 

Como se ha mencionado, hay poca renovación en el mensaje a lanzar. Afortunadamente, la gente sabe que Cenicienta está en la posición de ser una cinta florero; mejor dicho, una pieza de cristalería fina, un objeto al que admirar y disfrutar.

 

Sin duda la selección de actores para versionar las cintas Disney han sido siempre más que acertadas. Desde que Glenn Close fue Cruella de Vil, hasta llegar a la actualidad con Angelina Jolie en el spin off de Maléfica. O la última en subirse a bordo que es Emma Watson para ser la nueva Bella. A vueltas han andado con los castings de la próxima versión del cuento. Con la que se presenta ahora, han acertado con los personajes.

 

Como esta moda de convertir los clásicos Disney a carne y hueso no acaba, el gran tomo de los cuentos aún no se ha cerrado, así que no se puede decir eso de “Y colorín, colorado”. Solamente este capítulo se ha acabado.

Acerca de María Aller

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Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

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