En los últimos años parece que se ha instaurado una moda donde grandes nombres del séptimo arte quieren realizar un homenaje a su época pasada, no a toda, sino a una parte que seguramente para ellos marcó un antes y un después. Hace un par de años tuvimos Roma, de Alfonso Cuarón, en 2021 llegó Fue la mano de Dios, de Paolo Sorrentino, y ahora, después de unos años realizando encargos, Kenneth Branagh presenta Belfast, su homenaje a su ciudad, a los habitantes, a su familia, a su infancia, y cómo aquella época llena de conflictos le hizo ser el director y la persona que es ahora. Belfast es un canto de amor a su ciudad, a la vida y, por qué no decirlo, al cine. Es una cinta que va calando poco a poco, removiendo recuerdos en la memoria de todos y llegando al corazón. Además, Kenneth Branagh nos regala su mejor película en años. Una auténtica joya.
Belfast se sitúa en una época del conflicto irlandés, donde estaban los conflictos sociales a la orden del día y había que buscarse la vida. La historia sigue a Buddy, un chico que lo único que quiere es jugar, disfrutar de la vida y conseguir estar en la mesa de al lado del chica que le gusta. Lo bueno que tiene Belfast es que, a pesar de lo duro que es el trasfondo del relato, todo se centra en la mirada de un niño. Todo lo que acontece en Belfast está pasado por el filtro de un niño que no entiende nada de lo que está ocurriendo, que intenta vivir su vida junto a su madre y hermano y salir airoso. Esto no quiere decir que no tengamos momentos duros, dramáticos y en donde pensemos que todo se va a ir al traste, Belfast también tiene de esos momentos. Pero lo que más llama la atención de la cinta es su espectacular blanco y negro. Belfast está rodada completamente en blanco y negro, y el color únicamente está usado para resaltar ciertos momentos, como cuando van al cine y la película es en color. Esto hace que nos metamos más de lleno en la historia y terminemos emocionándonos con lo que se ve en pantalla.
Belfast es una cinta que también habla de los primeros amores, de la pérdida, de ser un niño en un época complicada y de buscar nuestro lugar. Kenneth Branagh sabe perfectamente unir todos estos puntos sin que ninguno falle. Además, todo está como pensando como si fuera una obra de teatro, pues la puesta en escena es sencilla y de pocos escenarios. Quizás un homenaje a donde casi todos los actores británicos han comenzado sus carreras que ha sido en teatro. Belfast es una cinta que alegra, una cinta llena de amor por lo que cuenta y como lo cuenta. Sabe sacar sonrisas y hacer que nos emocionemos sin parar a medida que avanza la cinta. Y a ello también ayuda mucho las interpretaciones, destacando especialmente la de Jude Hill, el niño protagonista, y la de Caitriona Balfe, que interpreta a la madre. Jude Hill debuta como actor en esta película y consigue convencer en todos los aspectos. Caitriona Balfe, Claire Fraser en la serie Outlander, demuestra lo buena actriz que es, consiguiendo alcanzar cotas muy altas en todas las facetas de la película, desde el drama hasta la comedia, y siendo uno de los grandes pilares de la cinta. También hay que destacar a Jamie Dornan, Judy Dench y Ciarán Hinds.
Belfast es, sin lugar a duda, una de las grandes películas del año. Seguramente muchos puedan tacharla de fría, de arriesgar poco o de no meterse mucho en el conflicto que hay de fondo. Pero todo son los recuerdos de Kenneth Branagh de una época complicada, de una época donde había que decidir rápido que hacer, de buscarse la vida y de luchar por lo que se quería. Belfast nos ha devuelto al mejor Kenneth Branagh como director y nos ha dado una de las mejores películas del año.
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