«Estaba hecho una furia. Ardiendo«
Hay varias maneras en las que uno puede tomar consciencia de cuánto extraña a tal o cual personaje. La más común es aquella en la que un autor lo extirpa sin miramientos de su serie mientras nos obliga a convivir con un pobre sustituto. No hace ni falta a veces cambiar a veces el nombre del protagonista, basta con el carácter que le imprima quien maneja los hilos y ejemplos hay muchos y variados en las dos grandes editoriales norteamericanas (todos conocemos esta o aquella etapas de determinada colección que preferiríamos olvidar). Otra, más complicada pero también mucho más agridulce, pasa por la inserción de un nuevo personaje que sí que termine por funcionar. Pasó con el Spidey perverso con la mente de Otto Octavius, pasó con Bucky recogiendo el escudo del ‘capi’ y pasa ahora con el Batman mecanizado al que interpreta un Jim Gordon más atlético que nunca.
Es cierto. No llevamos nada más que tres números de Superpesado y la irrupción de Bruce Wayne en el Batman #47 (con un capítulo especial y con el cuarto Annual de la serie) nos recuerda de golpe y porrazo que Gordon puede estar haciendo un papel interesante, sí, pero que Batman sólo hay uno y su pasado se hunde en los cimientos de la ciudad que juró proteger.
«Batman no necesita ningún Robin ahora mismo«
La primera parte de este número es un auténtico All-Star. El argumento, de Scott Snyder, es perfilado por él mismo en compañía de nada menos que Brian Azzarello y de la parte artística se encarga esa ‘rara avis’ que es Jock. Este trío calavera vuelve atrás en el tiempo, a la época inmediatamente posterior al inspirador Año Cero, para descubrirnos los orígenes del terrorífico Mr. Bloom en una Gotham mucho más descontrolada que ahora en la que un novato Batman hacía lo que podía para luchar con la creciente ola de super-villanos mientras trataba de definir su identidad de cara a los habitantes de la ciudad gótica. Un Caso Sencillo nos cuenta una historia oscura en la que el sello del guionista de 100 Balas es omnipresente, pero que reivindica (por extraño que parezca) el poder esperanzador del Caballero Oscuro. ECC, todo hay que decirlo, se ha dejado la piel adaptando este número al castellano y traduciendo gran cantidad de artículos y textos que decoran (en inglés en el original) diversos pasajes del capítulo.
Le sigue a este relato uno más de uno de los ‘niños prodigio’ de Snyder. James Tynion IV es quien logra que echemos de menos de verdad a Bruce tras la máscara del murciélago con una historia que nos devuelve a un presente en el que la mansión Wayne ha sido al fin desalojada de los enfermos mentales que la ocuparon tras la bancarrota del magnate y la destrucción del Asilo Arkham. A ella vuelven un cada vez más agotado Alfred acompañado por el desmemoriado heredero de los Wayne y su actual (y me apuesto lo que sea a que efímera) novia para enfrentarse a una amenaza que no imaginaban y que va a sacar a relucir todo el carácter que Bruce parecía haber enterrado junto con su vida anterior. Este súbito relámpago de lo actual frente a lo tradicional, que ilustra Rogê Antônio, nos hace añorar como nunca al protagonista habitual de la cabecera. Y es que nadie como Bruce sabe sobreponerse a los contratiempos y utilizar en su favor la más desoladora de las situaciones.
«Dejadme ir solo«
Y hasta aquí Batman #47. En los dos números siguientes proseguimos con la historia de Superpesado tal y como la dejamos en el número #46 de la colección, con Gordon haciéndose a los mandos de la máquina de batalla que han construido para él y tratando de demostrar a quienes apostaron por él (y a sí mismo) que tiene lo que hay que tener para convertirse en el justiciero que Gotham necesita… del lado de la ley. De esta saga me llaman la atención su carácter transitorio (uno no puede dejar de pensar en que, tras todo lo ocurrido, esta es una historia menor y, además, tenemos el Rebirth de DC en el horizonte…) y la sensación de que, aunque Snyder trata de reivindicar con ella los papeles de los eternos secundarios (Gordon, Fox…), no dejan de sonar de fondo trompetas que claman por el regreso de Bruce Wayne, hecho al que contribuye su omnipresencia en el cómic desde que hace unos meses se nos revelase su paradero actual.
Complementan a Batman #48 y #49 sendos números de Detective Comics. En el primero Brian Buccellato pone fin a la historia de traiciones y corrupción policial que comenzara con Francis Manapul y que, acompañado por Fernando Blanco al dibujo, ha ido yendo de más a menos, no acercándose en ningún momento a los excelentes argumentos que manejó el dúo en sus anteriores entregas para la cabecera. Una pena, porque pese a que empezaron fuerte, da la impresión de que a Detective Comics le vuelve a tocar cambiar de equipo creativo. El segundo número de estos dos junta al expeditivo Peter J. Tomasi con el dibujante Marcio Takara (¿qué os decía sobre el cambio de guardia? Tendremos a Tomasi, acompañado de diversos artistas, durante unos cuantos números en esta serie) para una suerte de crossover del Nuevo Batman con la Liga de la Justicia que, al menos de momento, parece un poco fuera de lugar en tanto que el Caballero Oscuro tiene, más que nunca, los pies en la tierra y una fuerte voluntad por dejar el trabajo de superhéroe a otros que estén más capacitados que él.
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