ECC nos trae la sensacional etapa del guionista al frente de la cabecera a la que debe su nombre DC.
«¿Se supone que debo aplaudir?«
Paul Dini. Un nombre desconocido para muchos y un creador perteneciente al Olimpo de los guionistas para cualquier fan de los cómics que se precie. Dini se hizo un hueco en Hollywood escribiendo algunos de los episodios más recordados de He-Man, pero no fue hasta 1989 cuando Warner Bros se fijó en él y le encargó el guión de algunos capítulos de Tiny Toons. Esa sería su puerta de entrada al mundo de los superhéroes, ya que no pasaría mucho tiempo hasta que la productora pusiese en sus manos el codiciado juguete que supuso Batman: La Serie Animada, la cual escribiría, produciría y editaría. Considerada como una de las mejores series animadas de todos los tiempos, la creación de Dini ha sido la única en influir claramente en la versión impresa de los personajes (en lugar de que ocurriera al revés como era normal) a través, sobre todo, de la creación de nuestra adorada Harley Queen. Sólo esta aportación ya le habría valido a este natural de Nueva York nuestra eterna gratitud, pero es que eso sólo fue el inicio de su carrera y más tarde le hemos podido ver en Las Guerras Clon de George Lucas, en la versión animada de Clerks de Kevin Smith y, cómo olvidarlo, tras dos de los mejores juegos de superhéroes de la historia: el Arkham Asylum y el Arkham City.
En 2006, sin embargo, Dini se apartó de las pantallas para hacerse cargo de la serie con la que James Robinson había devuelto la normalidad al mundo del Caballero Oscuro tras los sucesos de Crisis Infinita y 52. La etapa de Paul Dini al frente de Detective Comics que ahora nos trae ECC en cuatro tomos recupera gran parte del estilo de su trabajo para la caja tonta y se inspira en el espíritu de las historias cortas de las Edades de Oro y Plata del cómic estadounidense. Así, si nos centramos en este primer tomo recopilatorio, nos encontramos con seis historias autoconclusivas que recuperan a viejos villanos del universo del justiciero de Gotham a la vez que crean otros nuevos y juegan con la realidad del momento del universo DC.
«Las someteré a una revisión antes de que Alfred les de el visto bueno«
La manera en que Dini combina la oscuridad inherente al personaje de Batman con el humor que siempre ha caracterizado a sus creaciones es, sin duda alguna, la mayor baza de unos cómics que se pueden leer aún sin saber nada sobre Bruce Wayne, Tim Drake o Alfred Pennyworth. Cada historia tiene la virtud de presentarnos al villano en cuestión con muy pocas palabras e imágenes de una manera casi perfecta, de manera que el resto de las viñetas queden destinadas a la historia que el neoyorkino nos quiera contar en cada ocasión. Así, no hace falta conocer a Edward Nigma para saber que estamos ante un bribón supuestamente reformado: los gestos de Bruce Wayne y las propias expresiones del estrafalario personaje hablan por sí solas y nos lanzan a leer con avidez el capítulo en el que ambos caracteres colaboran de una manera tan incómoda como divertida.
Y frente a los disparates y las risas que nos pueden brindar el Acertijo o el Pingüino nos encontramos con historias mucho más serias y siniestras como la del Joker que cierra este volumen (una auténtica Pesadilla Antes de Navidad) e incluso alguna que comienza de un modo más desenfadado para ir derivando en un relato oscuro y cercano al terror (el capítulo dedicado a Hiedra Venenosa precisa de un par de relecturas para poder asimilar lo terrorífico de su planteamiento). Precisamente este malabarismo entre el humor y la seriedad es lo único que le falta a la etapa de Scott Snyder, a veces dramática y seria en exceso, para abrazar la perfección.
«¿No quedan pacientes a los que atender doctor?«
Dini se rodeó de toda una legión de dibujantes en parte heredados de la etapa de Robinson, como es el caso de Don Kramer (que ilustra las historias de Enigma, Pingüino y el Joker) y elecciones propias del autor que le dan el toque necesario a cada historia para que ésta nos entre a través del texto y de las imágenes. Me quedo con Joe Benitez; su estilo de dibujo en el capítulo de Hiedra Venenosa es divertido y dinámico hasta el extremo, pasando de ilustraciones casi caricaturescas y propias de la serie de televisión con la que he abierto el artículo a otras alucinantes como la de Poison Ivy a página completa, todo un regalo para los ojos de los fans.
De las portadas de la colección se ocupó en su momento el italiano Simone Bianchi. El artista optó por el blanco y el negro para regalarnos una colección de ilustraciones que tienen un cierto aire a los estudios sobre la anatomía humana de sus compatriotas de unos cuantos siglos atrás en el tiempo. Los juegos de sombras de las cubiertas de estos seis capítulos convierten a las grapas de la época en auténticos objetos de coleccionista y su inclusión aquí sólo puede darnos una ligera idea de lo que fue encontrárselas en la estantería de una tienda de cómics de hace ahora ocho años.
ECC hace bien en enmarcar este arco dentro de su línea Essentials, el trabajo de Paul Dini debería poblar la colección de todo buen amante de las historias del Caballero Oscuro.
Deja un comentario: