Y, el Último Hombre

Y, el Último Hombre. Libro Uno: Despejando la equis

Y, el Último Hombre #1«¿De verdad crees que un puñado de viudas cincuentonas puede asaltar la Casa Blanca?«

 

Por fin llega a nuestras manos la reedición en cartoné de Y, el Último Hombre que ha preparado ECC. Después de llevarse los aplausos de medio planeta había ganas en la redacción de hincarle el diente a este pastel de Brian K. Vaughan (Saga, Paper Girls) que nos traslada a un distópico año 2002 en el que una misteriosa enfermedad se cobra la vida de todo ser vivo con el cromosoma Y, dando lugar a un planeta y una humanidad sin varones y, por tanto, condenada a la extinción. La novela gráfica es una maravilla ya sea examinada desde el punto de vista de la historia de ciencia ficción o de la profunda reflexión que hace sobre la sociedad patriarcal y los conceptos mismos del machismo y la lucha feminista.

 

Centrándonos en la primera de sus dos vertientes, nos encontramos ante una aventura clásica en la que un personaje protagonista ha de realizar un largo viaje a través de unos Estados Unidos devastados y post-apocalípticos. Quizás lo más interesante de este asunto no sea el viaje en sí, sino la cantidad de incógnitas que nos surgen a los lectores a lo largo del miso (¿cuál es la implicación del amuleto que vemos de vez en cuando en la trama? ¿Por qué Yorick y Ampersan son los únicos varones vivos sobre la faz de la Tierra?) y, sobre todo, la elección de unos personajes protagonistas que distan mucho de ser perfectos. A Yorick, un ‘nini’ obsesionado con la magia y el escapismo de madre metida en política y con la novia en la otra punta del mundo, le acompañan 355, una misteriosa agente secreta a lo James Bond de pasado turbio y futuro incierto y la doctora Mann, una genetista que, saltándose todos los impedimentos morales, se lanzó a la clonación humana a principios del siglo XXI. La relación entre ellos tres es tan natural y humana que en ningún momento dudamos de su veracidad y ello colabora en crear un ambiente creíble en una historia que es pura fantasía.

 

«Observad, hermanas. La caída del hombre«

 

Pero sin duda alguna, lo que hace de esta obra algo único es la reflexión de la que os hablaba antes. Ya desde su planteamiento Y, el Último Hombre nos lanza una tormenta de cifras que buscan poner sobre la mesa las implicaciones de la muerte de todos los hombres de la raza humana (y los animales también, dieta vegetariana en menos de una generación para las supervivientes). La desaparición de los varones supone, por poner algunos ejemplos, la muerte de 495 de las 500 personas más ricas del planeta, la desaparición de la absoluta totalidad de los altos cargos eclesiales de las tres grandes religiones occidentales, el fallecimiento del 95 % de los pilotos comerciales estadounidenses (con la caída de aviones y las consiguientes muertes que eso conlleva)… Pero también que el 92% de los criminales violentos pase a mejor vida y, con ellos, el 99% de los grandes terratenientes. ¿En un mundo así podrían prosperar las mujeres? Vaughan deja claro que sí… Si es que tuvieran tiempo para recuperarse del golpe que supone perder de pronto al 85% de sus gobernantes, o al 99 por ciento de sus mecánicos, electricistas, fontaneros, albañiles…

 

Y, el Último Hombre

Y, el Último Hombre #1

 

La reflexión detrás de estos datos nos llega como un mazazo junto al desarrollo de la trama: Un mundo que se ha ocupado sistemáticamente de relegar a las mujeres a un papel secundario se ve abocado al caos cuando se les obliga a ellas a asumir las riendas. No por incapacidad, sino por la imposibilidad de reaccionar de manera efectiva ante una crisis cuando se les han negado siempre las herramientas para poder sortearlas. Un ejemplo, dos meses después del ‘generocidio’ que propone el autor ya no hay electricidad en algunas grandes ciudades. ¿La razón? Todo el personal cualificado era tradicionalmente masculino y las pocas mujeres que lograron colarse en ese ‘mundo de hombres’ no dan abasto para solucionar los problemas habituales en poblaciones de tal densidad de población. La obra de Vaughan es, pues, un grito de auxilio que pide la igualdad de oportunidades por una simple cuestión de supervivencia de la especie humana.

 

«Para ser una puta panda de criminales no estáis mal«

 

El autor tiene tiempo también para poner en la palestra a los movimientos radicales. Vaughan compara a este tipo de ideologías con las sectas y con los fascismos de principios del siglo XX, en los que una sola persona con gran carisma era capaz de imponer un modo de pensar que tomaba una parte de la realidad y la deformaba para convertirla en la verdad absoluta. Vaughan lo personifica aquí en el personaje de Victoria, una mujer que convierte el feminismo en una lucha de vencedores y vencidos y que corrompe las mentes de otras mujeres, necesitadas de pertenencia y protección grupal en un mundo que se desmorona por momentos. En ella, el autor vuelca algunos de los momentos más aterradores de este primer volumen, más por la manera en que demuestra lo fácil que es controlar a las personas por medio de una determinada retórica que por sus actos u obsesiones, que no dejan de ser los que ya hemos visto otras veces en villanos del cómic y la literatura.

 

Y, el Último Hombre #1

Y, el Último Hombre #1

 

Este primer volumen de Y, el Último Hombre sienta las bases de una colección fabulosa en la que importan tanto el destino de los protagonistas como el viaje por unos Estados Unidos en los que ha quedado demostrado que la discriminación de la mujer puede tener consecuencias catastróficas. La novela gráfica de Brian K. Vaughan ha de leerse con una mente abierta de prejuicios o no leerse e invita a replantearnos muchas de las cosas que normalmente damos por sentado y que no son sino fruto de largos siglos de represión y miras estrechas. No tengo muy claro si Yorick llegará algún día en esta historia a pisar Australia en la búsqueda de su querida Beth, pero tengo seguro que voy a disfrutar de cada paso de su desesperado viaje.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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