Pero primero, un flashback. El año 1976 fue testigo de dos despedidas tremendas: por un lado el western, imprescindible en la historia del celuloide, que veía cómo su recorrido terminaba después de años de esplendor; por otro uno de los actores más importantes del género, el mítico John Wayne, que aquejado de un cáncer terminal terminaba su vida con las botas puestas. El último pistolero de Don Siegel, una película entre nostálgica, melancólica y amarga que fue ganando reconocimiento con el paso de los años, sobre todo por estar haciendo historia más que por sus valores estrictamente cinematográficos, supuso el adiós de ambos totems.
Volvemos al presente. Stallone no tiene cáncer y el cine de acción goza de una salud de hierro… pero el apellido «crepuscular» que tantas veces se aplicó al western de los últimos años planea peligrosamente sobre Los mercenarios. Si bien como película de acción no termina de ser lo que los trailers, el marketing viral y sobre todo las expectativas de los fans hacían creer, sí que es un claro testimonio de más que de uno de sus protagonistas (Sylvester, Dolph Ludgen, Mickey Rourke…) está empezando a verse abueletes, con todo lo que eso conlleva.
Cabe destacar también la escena en la que Stallone, Bruce Willis y Arnold Gobernator Schwarzenegger comparten cinco minutos que arrancarán los aplausos de la tribuna. ¡Y eso que son cinco minutos de conversación y no de disparos!
Volviendo a la película, el resultado final es algo decepcionante. Las escenas de acción, aunque se preveían intensas y espectaculares dejan bastante que desear en líneas generales. Los combates cuerpo a cuerpo son confusos y a pesar de que empieza muy fuerte, con piratas africanos explotando, y hay algún que otro momento de la mano de Statham y sus cuchillos digno de mención, no llega a los mínimos esperados. Incluso la última entrega de Rambo era más profusa en hemoglobina.
En definitiva, Los mercenarios, sin ser la película de acción definitiva ni muchísimo menos, se hará un hueco en el corazón de todos por lo que representa: el final de una época determinado por el final de las carreras de aquellos que hicieron posible el cine de acción de los ochenta y noventa.
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