Hay obras que sí o sí debemos considerar un must-have de cualquier tebeoteca y que hay que señalar a cualquiera que quiera introducirse en esto del cómic. El largo Halloween es una de esas obras. Capital para la consolidación del imaginario gothamita y fundacional para la imagen del murciélago en el audiovisual contemporáneo. No ya solo para Chris Nolan y su trilogía protagonizada por Christian Bale, sino para el universo creado por Matt Reeves en The Batman y El Pingüino. El largo Halloween es, con permiso de Frank Miller y su Batman: El regreso del Caballero Oscuro, la historia más influyente de la historia del hombre murciélago.
«¿Quién crees tú que es ese asesino ‘Holiday’?«
Panini Cómics, pues, lo tenía muy fácil para decidir bajo que línea publicar Batman: El largo Halloween, que se presenta como el segundo Must-Have dedicado al alter-ego de Bruce Wayne (el primero fue Batman: Hush, también escrito por Jeph Loeb, guionista de este volumen). Es una pena que los extras no estén excesivamente cuidados, con dos de los tres artículos bastante genéricos y una cronología de lectura totalmente aleatoria). Así que no, esta no es la edición definitiva de Batman: El largo Halloween, pero sigue siendo una lectura imprescindible.
Tim Sale y Jeph Loeb concibieron una maxiserie de trece entregas (enorme envidia de quienes vivieron la publicación de la obra con la emoción de la cadencia mensual) que traslada los tropos de los superhéroes al noir más crudo y que transita entre la fortaleza (o flaqueza) de la voluntad y ética de nuestros protagonistas y los sacrificios que esta impone. Es, a su vez, la historia que marca el origen definitivo de Dos Caras y, siguiendo la estela de Batman: Año Uno (de la que funciona como secuela), el relato que señala el punto de ruptura entre la vieja Gotham dirigida por sus mafiosos titiriteros y la que enloquece ante la aparición de su justiciero totémico.
Porque, y esto es algo sobre lo que diferentes autores del cruzado enmascarado han reflexionado durante años, la aparición del murciélago hizo también subir las apuestas entre las clases criminales de Gotham. Batman, como símbolo del miedo, cuya función es la de atemorizar a la oscuridad con su mera presencia, provoca un reflejo aún más peligroso. Porque el terror nos puede bloquear… pero también envalentonar e impulsar a actuar con fiereza. Es ahí donde se sitúan figuras como Holiday (Festivo en otras traducciones) o buena parte del plantel de villanos del murciélago, que combaten el miedo con más miedo.
Así, mientras el antiguo orden -representado en los Falcone- se desquebraja y que los límites no siempre están claros, Batman aprende que no hay victoria sin dolor.

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