Algo debe de tener esta chica que ha engatusado hasta a Mark Waid y Humberto Ramos, que no han terminado con su primer arco argumental al frente de Campeones y han caído rendidos a los pies de Masacre-Gwen dedicándole buena parte del protagonismo en un capítulo (ya vamos por el quinto) en el que vuelven por la que aspiran a ser una de las señas de identidad de la serie: la lucha por los derechos sociales y la tolerancia.
Panini Cómics ha apostado fuerte por esta colección editándola en formato grapa junto a series como Vengadores, Inhumanos o La Extraordinaria Patrulla-X. Los héroes más jóvenes del universo Marvel están dispuestos a comerse el mundo con un estilo muy desenfadado, plagado de aventuras y de un espíritu integrador. Tras una última entrega que no aportaba gran cosa, Waid lleva a nuestros héroes al Condado de Daly donde aprenden una valiosa lección, y es que no todo se puede arreglar a golpes. De hecho, la mayor parte de las veces (como ellos mismos ya han demostrado) la solución se encuentra por otras vías, porque los conflictos suelen ser mucho más complejos de lo que aparentan en un primer momento.
Los chicos poco a poco van funcionando mucho mejor como equipo, se les ve más cohesionados y trabajando en una misma dirección… pero entonces llegó Masacre-Gwen y con ella e caos. A esta Gwen Stacy de una Tierra alternativa (la nuestra, para ser precisos) le va la marcha, actúa casi de forma irracional, deseando pelearse con el supervillano de turno por pura diversión. Hiperactiva a más no poder llega a desquiciar a nuestros héroes, que han de controlarla (si es que eso es posible) al tiempo que resuelven los problemas que se han encontrado en Daly. Ella es el elemento desestabilizador, impredecible, que le da algo más de salero a una aventura que, por otra parte, tiene excesivamente definidos los diferentes roles. Waid y Ramos no dan espacio a los grises ni a los personajes que puedan salirse de lo preestablecido. El malo es muy malo, y nos da motivos de sobra para odiarlo. Y los buenos son un faro de esperanza inquebrantable.
Este trazo gordo les permite ser más eficaces en el impacto, en transmitir las ideas y valores defendidos sin que haya el menor género de dudas. Pero a nivel dramático se puede hacer una lectura un tanto escasa que no da pie a posteriores revisiones. Pero claro, como apuntábamos al principio, aún seguimos enfrascados en el primer arco argumental. Tiempo habrá y estamos deseando desubrirlos. Y quien sabe si con la autoinvitada Masacre-Gwen o no, pero su huella se ha dejado notar muy bien en la cabecera, despertando un mayor interés en sus aventuras en solitario, aunque para leerlas aún nos queda tiempo.
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