La loca carrera de Stephen Strange en su lucha contra lo más granado de su galería de enemigos nos dejó el mes pasado con el buen doctor atrapado en un taxi conducido por un viejo conocido de Jason Aaron y de nosotros, sus seguidores. Al Orbe, que fuera creado en 1973 por Len Wein y Ross Andru, ya sólo le queda salir en Thor o en Star Wars para marcarse un 100% de las series de Aaron en Marvel. Ya tuvo su momento en el Motorista Fantasma, pero fue con Pecado Original con la serie que dio el verdadero salto a las ligas superiores. Durante el transcurso de todo lo que sucedería en la saga que revelaba los secretos más oscuros de los héroes marvelitas este personaje logró hacerse con uno de los ojos del difunto Uatu. Pronto, lo que parecía un arma que utilizar contra los Vengadores se volvía en contra del villano, que terminaba siendo poseído por el ojo y viendo su voluntad entremezclarse con la del Vigilante.
El resultado era la evolución del personaje de la categoría de leve amenaza a la de sujeto siniestro y aterrador. La nueva misión en la vida del Orbe consiste ahora en observar (como ya hacía el poderoso Uatu), pero su mirada se centra en este caso en situaciones retorcidas y violentas. Mientras que el Vigilante aparecía cuando algún evento tenía la capacidad de cambiar el transcurso de la historia del propio cosmos, el Orbe hace acto de presencia ante cada asesinato a punto de ser cometido, cada suicidio a punto de tener lugar o cada acto de locura que pueda llevar a la muerte de inocentes. Este tipo, imbuido ahora con parte de los poderes del difunto Vigilante, se nos mostraba al final del crossover como un simple voyeur de lo macabro. Ahora descubrimos que hay algo más.
«Ah, no deberías mentir, doctor«
Extraño se ve arrastrado a un viaje de locura que le lleva por escenarios de muerte y miedo en los que el Orbe, más allá de la simple observación, trata de empujar a los involucrados a la violencia entre ellos (o hacia sí mismos), haciendo que lo que podría ser la generación de una nueva leyenda urbana en el universo Marvel se convierta en una verdadera amenaza de cara a intrigar junto a las mentes más trastornadas. Ante esta perturbadora excursión nuestro protagonista poco puede hacer, así que asistimos junto a él a uno de los capítulos más oscuros y serios de lo que llevamos de colección.
Al habitual buen saber hacer de Chris Bachalo (pese a sus detractores) al frente de esta colección se une en este número el español Jorge Fornés, cuya aportación es más palpable al final del capítulo. Su estilo se solapa con el de Bachalo, aunque sin tanta floritura ni el barroquismo que caracteriza al dibujante titular. Con todo, y a tenor de cómo termina esta entrega, nos hallamos ante una saga de transición, pero con la potencia suficiente como para mantener nuestro interés y preparar al buen doctor para nuevos y apasionantes arcos en lo que, ahora ya nos queda claro, también hay hueco para los enemigos de toda la vida del Hechicero Supremo.
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