El Invencible Iron Man – Stark desmantelado: La que has liado, chaval

Tony Stark la ha cagado pero bien. Quizás no se acuerde de nada, pero sus compañeros de Los Vengadores tienen toda la razón del mundo para estar cabreadísimos con él. Porque está acostumbradísimo a tener los bolsillos llenos de dólares, pero no tiene tanto aguante cuando se trata de poder, y éste le ha corrompido.

Mirándolos como un perrillo al borde de la mesa cuando la familia a la que pertenece se sienta a comer esperando que algún alma caritativa le dé un pedazo de filete, así Stark aspira a ablandar el corazón de sus colegas y conseguir que le devuelvan a la vida. El misógino ricachón ahora se siente vulnerable (y tanto, porque está en coma) y quizás en algún punto de su soberbio corazón todavía le queda la esperanza de que sus queridas Pepper Pots o Maria Hill le revivan de nuevo.

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En ocasiones parece que Tony por fin ha aprendido y quiere cambiar. Ha visto cómo se desmoronaba su imperio (ha perdido su empresaza Stark Internacional, el virus Extremis y su puesto al frente de S.H.I.E.L.D.) y se ha autolobotomizado para impedir males mayores (y escapar, de paso, de Norman Osborn). Que se ha quedado tonto, vamos. Y gracias a eso ha borrado todos los conocimientos que había estado usando para, finalmente, intentar resurgir de sus cenizas como un ave fénix de pacotilla. Para renacer y empezar de nuevo desde abajo. Para tratar de quitarse ese halo de suficiencia que ha llevado siempre encima.

Vulnerable, tumbado en una cama, Matt Fraction y Salvador Larroca nos presentan al humano que se esconde dentro de la armadura de Iron Man debatiéndose entre la vida y la muerte. Mientras, en sus pesadillas intenta recuperar algo que era suyo, esa lucecita que introdujo en su pecho y que le mantiene a flote cuando se ha gastado todo su dinero en mala vida. Y el tema es que el muy estúpido no ha aprendido nada, porque de él mismo parte el plan que le hará despertar.

¿Qué pasaría si nadie quisiera volver a verle vivo? ¿No les ha ofrecido a todos (amigos y enemigos) la ocasión perfecta para borrarle del mapa de una vez por todas? Un holograma les ordena las instrucciones que tienen que seguir para reanimarle. Llego a estar ahí viéndolo y le pego un par de patadas en la cara. La primera, por orgulloso, arrogante y vanidoso, que se piensa que no tengo otra cosa mejor que hacer que remover Roma con Santiago para cumplir con todos sus caprichos, y la segunda por idear un plan genial en el que me involucra sin previo aviso, sin mi permiso y sabiendo de antemano que voy a tener que arriesgar mi vida para llevarlo a cabo (y por si no le he pegado suficientemente fuerte en la primera patada).

Stark, rogando que alguien le ayude a revivir.

Stark, rogando que alguien le ayude a revivir.

Total, que al señorito se le ha antojado que hay que utilizar la unidad repulsora del traje de su «querida» Pots e introducirla en su propio pecho para darle la electricidad necesaria para que la copia de seguridad que Maria Hill encontró entre los rescoldos de Stark Internacional resetee su disco duro y le deje perfectamente formateado y sin virus. El muy cara dura va a tener a pecho abierto a la pobre mujer. Mientras, Madame Máscara manda al Fantasma, el líder de los Thunderbolts, a destruir lo poco que queda de Stark. Y lo que pasa después ya es historia.

La mitad final de este tomo está destinado a un conocido villano de Iron Man: «Mandarín: La historia de mi vida«. Cambiando ahora de dibujante (esta parte la firma Carmine Di Giandomenico), vemos como Jun Shan, un simple director de cine, se ve coaccionado por el enemigo de Stark con la intención de que haga una película sobre su vida con altas dosis de ficción y de grandeza. Y viendo todo esto te preguntas cuál es la diferencia entre ambos personajes (quitando la extrema crueldad que profesa el último), ya que los dos, enemigos accérrimos, no son más que dos personas que se creen el ombligo del mundo.

Acerca de Nerea Navarro García

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Por el día hago webs, y por la noche escribo noticias. Malabarista del código y de la palabra escrita, no se nota que no sé de cómics. Cinéfila de medio pelo, los cinco años de carrera sólo me sirven para no tener faltas de ortografía. Melómana, dedicada a mis labores y filantropista.

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