«Tienes que levantarte Logan, tienes problemas«
Número de transición el que nos brinda este mes Jeff Lemire. Ya vimos en El Viejo Logan #71 como nuestro protagonista caía en la trampa de la Orden Silente al seguir la pista de Dama Mortal y en esta ocasión el guionista aprovecha el tomo para ahondar en la historia del futuro alternativo de Logan que ya comenzara a desgranar anteriormente. Tenemos, por un lado a un Logan preso tratando de liberarse y demostrar que no es, ni mucho menos, un anciano desvalido y, por el otro, al Logan alternativo que se negaba a sacar las garras delante de la que había de ser su esposa en un Japón también asolado por la conspiración de los villanos que imaginó en 2008 Mark Millar.
Y mientras una de las dos historias se va acercando al clásico drama nipón, la otra nos recuerda cada vez más a una mezcla entre el sangriento cine coreano y los grandes clásicos del cine de samuráis. Conocida a grandes rasgos la historia de Logan y Maureen, quedan por descifrar enigmas como si el mutante llegó a sacar sus garras delante de su esposa en alguna ocasión. Sin embargo en el presente todo lo que leemos constituye de por sí una incógnita. Nada es lo mismo, aunque permanezcan los detalles, y eso le da mucho juego al guionista, que va haciendo que Lobezno tome paulatinamente consciencia del poder que le da conocer a las versiones alternativas de los enemigos a los que se enfrentó en su pasado distópico.
«No tienes ni idea de lo que estás haciendo, nene«
En cualquier caso, si Lobezno saca sus garras en el pasado del próximo número (qué difícil es escribir sobre esta serie) tirará un poco por la borda la imagen que nos hacíamos muchos del Logan que vimos en aquella serie de la década pasada. Un servidor, y tengo la certeza de no ser el único, se imaginaba al personaje con la penitencia autoimpuesta de no volver a mostrar sus afiladas armas al mundo (sólo cuando todo SU mundo se va al garete le volvemos a ver listo para la batalla) y verlo ahora en plan Lobezno desatado frente a unos ¿ninjas? desconocidos puede arrojar alguna sombra sobre el cuadro del ermitaño a lo Sin Perdón que creó Millar.
El que sigue a lo suyo, firmando una de las etapas más espectaculares visualmente de cuantas se recuerdan en la historia del mutante de las garras de adamántium, es Andrea Sorrentino. Cada nueva entrega es otra razón más por la que comprarle este cómic a Panini y el estilo único e inimitable que le está dando a la colección será largamente recordado más allá del momento en el que dibujante y guionista prueben suerte en nuevos proyectos. Sorrentino ha hecho suyo al personaje desde que Bendis lo llamara para las Secret Wars y es ello lo que le ha valido un puesto de estabilidad en la serie en una época en la que lo normal es ir alternando estilos casi cada dos-tres entregas mensuales.
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