«Empieza a preocuparme que esto no sea una fantasía en absoluto y que, en cambio, me haya adentrado en una pesadilla«
Es posible que Jeff Lemire sea uno de los autores que más me estén convenciendo en lo que llevamos de década. A otros autores les he visto tarde o temprano las costuras en tal o cual cabecera mensual, pero Lemire parece haber sabido en qué proyectos debía meterse y, salvo decisiones editoriales locas, ha cuajado buenas etapas o miniseries tanto en DC como en la Casa de las Ideas. Ahora ECC nos trae Robin y Batman, un acercamiento a los primeros días de Dick Grayson como el compañero del Caballero Oscuro, y un servidor no puede sino salivar antes de que el fino tomo en cartoné llegue a mi mesa de trabajo. La historia no parece prometer ninguna gran revelación ni nada fuera de lo común, pero me apetece mucho leer acerca de este tema de los guiones de este autor.
La experiencia no defrauda. Lemire nos presenta la difícil relación entre un muchacho herido y traumatizado por la muerte de sus padres… que adopta a otro chaval tan herido como él mismo. El guionista convierte a Bruce Wayne en un padre torpe que trata de acercarse a su hijo adoptivo sin tener mucha idea de cómo hacerlo de la manera correcta. En los tres números que conforman este volumen lo vemos utilizando la disciplina extrema, los sobornos interesados y, finalmente y tras mucha costilla rota, el equilibrio entre la autoridad que otorgan la experiencia y los años y la cercanía que necesita un niño que está aprendiendo aún a definirse y que necesita de una figura paterna que lo cuide, lo proteja y le de la suficiente libertad como para convertirse en algo diferente a lo que pueda llegar a desear.
«Bo soy Batman. Nunca lo seré. Ni tengo por qué serlo«
Me gusta que el tono que le pone Lemire al protagonista de esta historia está a medio camino entre el adolescente furioso y el adulto en que quiere llegar a convertirse. La adolescencia es un momento de cambios en el que el niño que fuimos se enfrenta con el adulto en el que terminaremos por convertirnos y esta dualidad está perfectamente representada en Robin y Batman. Un cómic que, por lo demás, no aporta gran novedad y que tiene más interés en reivindicar y homenajear a este ‘compañero de héroe’ con constantes guiños al héroe por derecho propio (Nightwing) en el que terminará por convertirse. No busca redefinir sus orígenes ni establecer nuevos cánones (aunque planta algunos conceptos alrededor de Killer Croc bastante interesantes), sino simplemente entretenernos a los lectores de largo recorrido y enganchar a nuevas generaciones de aficionados a la viñeta.
Dustin Nguyen hace un trabajo correcto acompañando a los guiones de Lemire. El artista no se prodiga en dibujos detallados, pero sí que marca de manera muy interesante los períodos luminosos de los oscuros, las luces de la vida de Richard con las sombras de la existencia de un Robin que aún ha de encontrar su esencia más allá de los preceptos del violento y serio Batman. Por algo menos de veinte euros tenemos una historia sobre el paso de la infancia a la adolescencia que puede conectar de manera muy profunda con los lectores más jóvenes.
Deja un comentario: