El cómic que Jeff merecía. El pequeño tiburón terrestre, creación de Kelly Thompson en su tan efímera como divertida Vengadores Costa Oeste, fue ganándose el corazón de todo el mundo en cada aparición. Primero acompañando a la siempre carismática Kate Bishop, luego con la inclasificable Gwenpool y con el no menos particular Deadpool. Y siempre, siempre, el adorable Jeff era capaz de robarse toda nuestra atención.
«Mrrr!!!«
Con este interés creciente, desde Marvel confiaron en su creadora, que se juntó con Gurihiru (dúo artístico formado por las japonesas Chifuyu Sasaki y Naoko Kawano), para narrar algunas aventuras en solitario del tiburón terrestre. Lo hicieron, eso sí, en digital, a través de la plataforma Marvel Unlimited, en un formato muy similar al de las tiras cómicas. Es decir, las primeras aventuras de Jeff tenían un carácter episódico y toque humorístico, de una media de tres páginas, y con la particularidad de ser prácticamente mudas.
Jeff no deja de ser un cachorrito y se comporta como tal. Sus diálogos se reducen a gruñidos esporádicos con los que se comunica. Le sucede, por citar un ejemplo que todos podemos identificar fácilmente, como a Snoopy. Listo como él solo, seguía siendo un perrito en un mundo de humanos y se comunicaba como tal. Con Jeff es igual. Pero se trata de un condicionante que lleva la narración por sitios más originales y frescos, pues obliga a sus autoras a dar la vuelta a situaciones que en otro contexto y con el apoyo de los diálogos, se resolverían con uno o dos bocadillos de texto.
Así, la primera parte del tomo se compone de aquellas primeras historias del personaje, que lograron saltar del formato digital al comic-book tradicional en dos one-shot. Y son, sin duda, las aventuras más divertidas y entrañables del personaje. Ya solo la caracterización que hacen de él Gurihiru lo convierten en un ser súper achuchable. Tal es su poderosa adorabilidad. Estos relatos tienen un carácter cotidiano, de una suerte de slice of life en el marco de un mundo de superhéroes. Y si bien independientes, algunos de ellos establecen pequeños guiños o conexiones entre sí dándole una coherencia argumental a todas las aventuras. Entre los secundarios destacados, además de Kate Bishop y el entorno de los Vengadores Costa Oeste (su versión Jóvenes Vengadores), tenemos a tipos como Capitán América o el «padre» de la criatura, M.O.D.O.K.
Seguido a esto nos encontramos un tie-in tan loco como el propio evento: Guerra de Veneno. Jeff no es inmune a los cruces editoriales y este tomo (formato cartoné, de mayor tamaño que el cómic americano habitual) recoge los dos escarceos del pequeñajo con los simbiontes. A diferencia de lo visto hasta ahora, aquí entramos en unas dinámicas más tradicionales. Jeff sigue siendo el centro de atención, pero sus partenaires humanos (con Bishop a la cabeza) cobran mayor protagonismo y se abandona la estructura de breves episodios por la de aventuras largas. La primera ya fue recogida por Panini Cómics en Universo Veneno: Extremo, y narraba el primer encuentro del tiburón con un simbionte. Y si Jeff ya es adicto a las travesuras imaginaos como es «dopado» con un klyntar.
Y finalmente, ahora sí, el cruce con Guerra de Veneno. En él nuestro cuqui protagonista vuelve a vestirse de simbionte y ayuda a salvar la situación. Quizás esta última sea la aventura menos inspirada de todas, precisamente por abandonar los códigos propios de ¡Es Jeff! y meterse en una dinámica más convencional… hasta el punto de que el tiburón desarrolla unos súper brazos para pegar mejor, ejemplificando la distancia que hay (casi) siempre entre el todo vale del negocio y el alma de los relatos cuidados por sus autoras.
Ojalá ¡Es Jeff!: El Jeff-verso sea un éxito y más pronto que tarde veamos en nuestras estanterías el resto de sus aventuras (aún quedaría por recopilar parte del cómic digital It’s Jeff!, la aventura compartida con otras mascotas marvelitas Infinity Paws y su primera serie regular tradicional: Jeff the Land Shark, ahora en curso).

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