Jason Aaron, Scott Snyder y Kelly Thompson. Tres de los nombres más reputados del cómic de superhéroes actual son los encargados de dar vida a la iniciativa Absolute, una línea con la que DC Comics, emulando a Marvel y su universo Ultimate, busca dar nueva vida a sus personajes más ilustres a partir de versiones que establezcan puntos de ruptura frente a sus originales y construir todo un nuevo imaginario en torno a ellos.
«Magia y sacrificio. Como tú«
Centrados en el caso de Wonder Woman, quien nos ocupa, Kelly Thompson plantea un origen que perfectamente podría haber sido sacado de un What if (mejor dicho un Elseworld, pues estamos en DC). Zeus, iracundo y caprichoso como es, castiga con brutalidad a las amazonas, quedando Diana como la última de ellas y siendo condenada a una vida en el inframundo junto a Circe. La otrora villana aquí se transforma en la figura maternal de una heroína que, por lo demás, no reviste grandes cambios respecto a su contrapartida tradicional.
Thompson juega con el origen y con las circunstancias de la princesa, que en este universo Absolute conserva sus dones amazónicos, pero les añade las artes de Hécate, transmitidas por Circe. Así, esta Wonder Woman, de aspecto más imponente y agresivo (cosas de haberse criado en el infierno), se presenta como una versión mucho más poderosa que la original, lo que a su vez implica un carácter mucho más expeditivo. Sigue siendo noble, bondadosa y leal a los suyos, abierta al diálogo y a buscar una solución pacífica, pero si sabe lo que debe hacerse no va a perder el tiempo en discusiones vacías.
Quizás hubiéramos esperado una mayor separación del personaje respecto al de la continuidad tradicional, sobre todo teniendo en cuenta las circunstancias que la rodean. Sea por respeto al personaje o por temor a pasarse de frenada y hacerla irreconocible, la Wonder Woman de Kelly Thompson no difiere mucho de la Diana que todos conocemos. ¿Es esto malo? Para nada. Volviendo al ejemplo del universo Ultimate, personajes como Spiderman, Iron Man o Capitán América era eminentemente los mismos y, en algunos de esos casos (como el de Peter Parker) las circunstancias tampoco es que variaran mucho, pero contaba con un guionista como Brian Michael Bendis que captó al personaje como nadie.
Thompson -ya lo ha demostrado muchas veces- es otra de esas autoras todoterreno que conecta muy bien con los personajes a los que da vida. Conserva los rasgos de Diana porque sabe que funcionan, pero la envuelve de un contexto (las habilidades mágicas, los dioses vengativos…) que ofrece un gran margen de experimentación y descubrimiento. También ayuda -y mucho- el estupendo trabajo de Hayden Sherman al dibujo, quien igual que Thompson, se esmera en que la mirada de Diana sea súper reconocible (para muestra la imagen que acompaña a este texto), pero imagina un mundo más cercano al de realidades como Tierra Muerta (la obra distópica de Daniel Warren Johnson) que aquel con el que estamos tan familiarizados.
Thompson y Sherman nos presentan a la Diana de siempre en un mundo desconocido y lleno de posibilidades. Y por si os lo estáis preguntando, no, no hace falta leer Absolute Power para entrar en Absolute Wonder Woman.
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