Tras el pequeño susto que supuso el pequeño retraso en la publicación de este segundo volumen (no sería la primera vez que Panini Cómics abandona una serie «no Marvel» en el limbo y deja de editarla), por fin tenemos en nuestras manos la continuación de Faithless, el thriller fáustico erótico de Brian Azzarello y María Llovet que en EEUU publicara Boom! Studios.
«El drama es la polla que llena los agujeros de vuestras vidas. No podéis vivir sin él.«
A falta de concoer futuros movimientos por parte de sus autores o de la editorial norteamericana, Faithless cierra con este segundo tomo. Algún guiño o juego aquí y allá del que se podría tirar en hipotéticas secuelas, pero grosso modo, la historia de Faith y sus escarceos con la tentación tienen aquí un excelente broche.
El libro extiende conceptos como la pasión o el deseo, ya tratados en el primer volumen, y afronta otros como el libre albedrío, muy intrincados en el desarrollo de la aventura de Llovet y Azzarello. Esta segunda entrega de Faithless no se limita a continuar lo acontecido en el tomo anterior, sino que profundiza en su protagonista y la enfrenta a «sus» demonios. Faith toma consciencia de a qué se enfrenta y quiénes son las personas que la rodean y que la han convertido en la próxima gran estrella del arte. En esa situación debe decidir si está dispuesta a pagar el precio.
Con este desenmascaramiento la historia pierde un punto de alegoría, pero construye las revelaciones y el relato de tal forma que la ambigüedad sigue muy presente. La explicitud de las imágenes de Llovet contrastan con las sutilezas con las que se mueve el texto, acorde al espíritu sibilino de Louis y Poppy, corruptores de la que en otro tiempo fuera una inocente Faith. En este sentido, es imposible no acudir a obras como Suspiria (a la reimaginación de Luca Guadagnino) en los que la pasión carnal se conjuga con lo esotérico o mágico para ilustrar el flujo de poder del Maligno y en los que el espectador (lector en este caso) debe participar de forma activa para comprender e interiorizar los símbolos y metáforas que inundan el relato. Y aunque Azzarello y Llovet se aprovechan de algunos elementos propios del terror para crear la atmósfera, renuncian al halo fatídico del trato fáustico y propone un juego entre las diferentes fuerzas en disputa, que se han visto en situaciones similares incontables veces. Para ellos, la de Faith es solo una más.
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