«¿Te parezco una secadora?«
Tras un primer número que nos prometía aventuras en clave empresarial, la nueva etapa de Iron Man, con Spencer Ackerman al frente, se embarulla en este Iron Man #2 (#164) presentándonos un primer capítulo insípido con Riri y Wanda como invitadas a una lluvia de ideas sobre la armadura de su enemigo que no lleva a ninguna parte y que nos deja más confusos que otra cosa. La cosa no mejora a continuación, cuando nos damos cuenta de que ex-agentes de S.H.I.E.L.D. han estado robándole a Tony desde vete tú a saber cuándo para poder crear su ¿propia empresa de seguridad? Y la trama se vuelve aún más indescifrable y loca cuando Marvel (bueno, Panini) nos mete de lleno en el evento de Un Mundo Bajo Muerte sin contexto ni una miserable introducción, dando por sentado que el lector ya ha pasado por el evento y se lo conoce al dedillo.
Así, tenemos una visita a la que Tony y Riri no parecen hacer demasiado caso, una pelea con ex-agentes de S.H.I.E.L.D. que todavía no lleva a ninguna parte y un Tony insurgente financiando a una especie de guerrilla latveriana que, si no sabemos nada del evento del que nace todo esto, nos va a dejar con cara de tontos. Da la impresión de que al bueno de Ackerman le avisaron tarde de lo que se le venía encima con el crossover marvelita y apenas tuvo tiempo para tirar para adelante y tratar de adaptar su trama a lo que el evento le iba a ir exigiendo. Resultado: un segundo tomo que nos deja fríos como un témpano y que invita guardar la colección del Vengador Dorado en un cajón durante algún tiempo.
«Nada de esto debería haber llegado a este punto«
Me da algo de lástima por el pobre guionista, pero tengo la impresión de estar viendo a alguien pagar la novatada. La primera entrega de esta nueva etapa no me entusiasmó, pero me intrigó lo suficiente como para querer leer algo más y ver hacia dónde pensaba este autor llevar al personaje. Pero lo cierto es que la armadura steampunk no da más de sí (valió para el primer arco y gracias) y la historia se ha resentido una barbaridad al no saber Ackerman bien cómo coordinarse con los ya más que comunes eventos comiqueros, haciendo que el protagonista a su cargo vaya rebotando de un lado a otro sin saber muy bien quién le atiza ni por qué está luchando. Todo un desastre para los lectores, que no sabemos ya qué hacer con la colección. Tampoco sirve de ayuda que el artista, Javier Pina, sea sustituido por Julius Ohta en cuanto comienza en cruce e esta serie con el evento de marras.

Iron Man #2 (#164)
A todo esto no ayuda nada la decisión de Panini en España de publicar esta colección de forma trimestral. Los aficionados nos vamos olvidando de número en número de por dónde nos habíamos quedado y la ruptura de arcos argumentales no contribuye a que nos localicemos mejor cada vez que llega a nuestras manos una nueva entrega de la serie. ¿El resultado? Una etapa que ya venía anunciándose con pocos lectores que cada vez va a tener menos. Lamentable.
Deja un comentario: